miércoles, 15 de febrero de 2012

"Estados Unidos le daría todo el apoyo al presidente Santos para el proceso de paz"

Carolina Trens /Revista Semana/

Juan Manuel Santos va por el estrecho camino de la mezquindad al igual que su antecesor. El uno con el chiste que se llamó “Ley de justicia y paz”, el otro con la “Ley de Víctimas y Restitución de tierras”. He aquí una opinión distinta, habla el académico norteamericano Marc Chernick sobre la guerra, la negociación y el país:

Semana.com: Usted conoce desde hace mucho el conflicto de Colombia y últimamente nos visita con mucha frecuencia, ¿qué le sorprende ahora de la relación entre el gobierno de Santos y la guerrilla?

Marc Chernick: Lo que ha cambiado es el ambiente de las negociaciones. Todos quedamos sorprendidos después del discurso de posesión de Santos cuando habló de la famosa llave de la paz. Así empezó a ambientar el terreno para algo, para cambiar todo el ambiente de guerra, para decir que a lo mejor hay una salida política, esto fue muy importante. Y esto ocurrió casi al mismo tiempo cuando el entonces jefe de las FARC, ‘Alfonso Cano’, dejaba salir un video a la luz pública en el que también hablaba del deseo de diálogo. Estos dos hechos plantearon la posibilidad de mirar el conflicto de otra manera.

Semana.com: Y desde entonces, ¿cómo han seguido las cosas?

M.C.: De ahí en adelante, y como sabemos todos, nos sorprendió la agenda legislativa del presidente. Se concentró en la Ley de Víctimas y de Restitución de Tierras y en sacar adelante un marco jurídico para el proceso de paz, eso fue muy importante. Sin embargo, es curioso porque aunque no hay un proceso de paz, ni hay comisionado de paz, por primera vez desde la era de Turbay, sí se está preparando el terreno para un posible camino a la paz.

Semana.com: Hace dos semanas las FARC anunciaron que liberarían a seis secuestrados y dieron sus nombres; varios grupos que buscaban intermediar se pronunciaron, pero Santos les respondió con “no se metan, no hace falta la intervención” ¿usted está de acuerdo?

M.C.: Con todo respeto, sí se necesita ayuda en esto. Si el Gobierno les dice a las FARC ya vamos a recogerlos, ellos no van a aceptar esto porque hay demasiada desconfianza. Tiene que haber participación de otras fuerzas, si no, yo creo que no van a soltar a esos secuestrados. El presidente dice que no quiere ni propuestas, ni estudios, ni intermediarios y ha insistido siempre en este punto, pero yo diría que se necesitan no solamente mediadores sino de todos los sectores de la sociedad porque la paz es un asunto nacional y una necesidad para el mundo entero.

Semana.com: ¿Cómo debería ser la participación de países extranjeros en el conflicto?

M.C.: Podría tener varios papeles, no necesariamente debe ser un país, podría ser UNASUR, o instituciones nacionales como la Iglesia católica, pero sí se necesita un mediador y un negociador, alguien que busque conciliar las posiciones y que sea proactivo en el proceso.

Semana.com: Pero ya hubo una mala experiencia con la mediación internacional en el Caguán…

M.C.: No se puede repetir lo que pasó en el Caguán, donde había alrededor de 25 mediadores, no. Hay que ir definiendo y consultando con todos, tanto con el Gobierno como con la guerrilla, pero necesita una persona que represente una institución que ha ganado confianza con los distintos sectores y los actores armados,  pero podía ser UNASUR, Naciones Unidas, a pesar de las dificultades después de la última experiencia, o podría ser un grupo ad hoc de países vecinos.

Semana.com: ¿Cómo se percibe en Washington la posibilidad de un diálogo entre el Gobierno y la guerrilla colombianos?

M.C.: Yo entiendo que la posición de Estados Unidos es que ellos no van a hacer nada sin el visto bueno del presidente Santos, ellos están dispuestos a apoyar un proceso de paz si así lo quiere el presidente y van a apoyar esos términos. Pero yo no creo que haya voluntad de Estados Unidos en presionar a Santos.

Sé que Estados Unidos puede tener mucha influencia en el proceso y podría ser más protagónico, pero hasta que el presidente Santos diga vamos por este camino, ellos no van a presionar.

Semana.com: ¿Se refiere a un apoyo incondicional?

M.C.: Sí, Estados Unidos le daría todo el apoyo al presidente Santos para el proceso de paz y esto es un cambio en relación a otras ocasiones. En el pasado había sectores del gobierno estadounidense que si apoyaban el diálogo, pero también había otros sectores que privilegiaban la lucha antinarcóticos y la lucha antiterrorista. Pero si ahora Santos lo quiere, Estados Unidos lo apoyaría, y eso sería muy importante.

Semana.com: ¿Es correcto hacer una negociación de manera secreta?

M.C.: Hay rumores de que hay contactos directos, no negociaciones, pero si contactos, y creo que sí está bien que lo hagan por fuera de la luz pública, pero lo que no están haciendo, y que se debe hacer, es abonar el terreno. Preparar a la opinión pública, al país para que discutan sobre la posibilidad de una salida política. Es importante que el presidente haya reconocido que aquí en Colombia existe un conflicto interno pero no se está preparando a la gente y hay que hacerlo.

Semana: Pero todos los proyectos del Gobierno, ¿no van en esa dirección?

M.C.: Sí hay Ley de Víctimas, sí hay todo un proyecto de reforma consitucional para un marco jurídico para la paz, pero los comentarios del presidente y de los ministros no están preparando al país para una salida política y siguen marginando a los otros actores de la sociedad civil.

La opinión pública no está lista para un proceso de negociación, porque nadie va a aguantar un proceso de negociación con un grupo del que sólo se oye que son guerrilleros o narcoterroristas. La respuesta de Santos a la carta de ‘Timochenko’ es que no queremos otro Caguán, está bien, eso es claro, pero entonces ¿qué quieren? No tiene que ser el restablecimiento del Caguán, pero sí se puede hablar de una salida política y se puede ser propositivo. Hasta ahora el presidente dice cada rato que hay una llave de paz, pero no la saca.

Semana.com: La semana pasada las FARC dijeron que no se pudieron realizar las liberaciones porque supuestamente el Ejército estaba cerca de la zona, pero el Gobierno dice que desconocían las coordenadas, ¿son las FARC una guerrilla seria, se puede confiar en ellos?

M.C.: Hay que probar. Yo veo que las FARC están hablando, están mandando un mensaje al país y el mensaje es que quieren negociar sin condiciones y que están listos a renunciar al secuestro. Están haciendo videos, escribiendo cartas, yo no recuerdo en ningún momento del pasado en que hayan estado tan involucrados en buscar incidir en la sociedad.

Semana.com: Pero precisamente después del Caguán parece muy difícil que una parte de la sociedad vuelva a tener confianza en ellos.

M.C.: Uno puede tener su propia valoración moral, pero desde una perspectiva de la resolución del conflicto hay que concederle el espacio y reconocer los gestos del otro. Pero también el Gobierno debe hacer estos gestos, no es suficiente hablar de una llave, ¿cuál sería la agenda? ¿cómo se llevaría a cabo? Hay que probar, yo creo que las FARC son serias y creo que las condiciones que hay de aquí en adelante sí pueden construir un apoyo nacional para levantar la paz.

Semana.com: Pero las cartas y los anuncios se combinan con los atentados como el de Tumaco, que ahondan más la desconfianza.

M.C.: Las confrontaciones militares subrayan la necesidad de hacer la paz. No hay cese al fuego, no hay proceso de paz y por eso se suceden estos atentados. Los medios hablan de la bomba en Tumaco, pero hay actos de guerra todos los días, hay bombardeos de las Fuerzas Armadas y hay víctimas civiles.

Semana.com:
Y ¿cuál debe ser el papel de la sociedad civil en este proceso?

M.C.: Yo estuve en una reunión en Barrancabermeja en agosto del año pasado y había 15.000 asistentes pidiendo paz. Las asociaciones de derechos humanos y los que están a favor de la paz están creciendo todos los días. Eso tampoco es algo que haya visto antes, esa participación de la sociedad reflexionando sobre este tema.

La sociedad civil debe estar muy presente, porque ni el Gobierno ni la guerrilla son voceros de toda la sociedad y además porque la paz es no solamente un tema del Gobierno o de la guerrilla, es de toda la sociedad civil y son ellos los que deben estar entusiasmados con la idea de la paz y esto es parte de abonar el terreno.

Semana.com: Una hipotética muerte de ‘Timochenko’ por parte del Ejército asfixiaría más a las FARC, en ese caso ¿con quién se podría negociar?

M.C.: Yo creo que el negociador indicado era ‘Alfonso Cano’ y no era buena idea para la resolución del conflicto haber matado al negociador. Pero las FARC no son manejadas por un solo hombre, sino por un liderazgo colectivo. Espero que no sigan matando a la cúpula, pero reconozco que está es la estrategia militar y hasta que haya un cese al fuego seguirá esa confrontación.

Semana.com: Hay una duda muy común en buena parte de la sociedad y es ¿por qué creer que esta vez sí?

M.C.: Podíamos ir coyuntura por coyuntura, pero no hay tiempo, sin embargo, yo creo que esta vez hay más razones para pensar que sí se puede. Por ejemplo, si comparamos este momento con el del Caguán, las FARC estaban entonces muy fuertes y el Gobierno era débil y se sentía débil, ahora es al revés, y esa fortaleza del Gobierno, si lo maneja con prudencia, y si está dispuesto a promover reformas que el país necesite, sí puede conducir a la paz una salida política y negociada, es decir, la paz.

También es importante resaltar el contexto internacional. Hace 50 años teníamos la Guerra Fría, después la guerra antinarcóticos, después la guerra antiterrorista y Estados Unidos estaba más pegada a estos contextos que a la paz en Colombia, pero hoy día no. En este momento, si Santos quisiera, Estados Unidos apoyaría este proceso en Colombia, y esto es un cambio radical de todos los procesos anteriores.

Hablando con el enemigo

Por Carolina Trens


Es así como se llama uno de los últimos capítulos de la autobiografía del legendario Nelson Mandela “El largo camino hacia la libertad”. Tuvieron que pasar veintiún años para que sus enemigos que lo mantenían preso le dejaran abrazar a su esposa Winnie y ese hecho  marcó para el líder guerrillero el inició de un cambio por parte del enemigo. Para esa época la confrontación armada entre las fuerzas rebeldes MK del CNA y las del gobierno del apartheid de Sudáfrica se había intensificado a niveles asombrosos:

“En diciembre de 1982, la MK hizo estallar bombas en la central nuclear inacabada de Koeberg, en las afueras de Ciudad de El Cabo, y en otros muchos objetivos militares y símbolos del poder del apartheid en todo el país. Ese mismo mes, los militares sudafricanos atacaron de nuevo una sede del CNA en Maseru, Lesotho, matando a cuarenta y dos personas, entre ellas una docena de mujeres y niños… El primer ataque con coche bomba de la MK tuvo lugar en mayo de 1983, y su objetivo era la central de inteligencia de la Fuerza Aérea militar en el corazón de Pretoria. … Murieron diecinueve personas y hubo mas de doscientos heridos.”  (Pagina 536).

En medio de la lucha armada se iba configurando un poderoso movimiento popular  antipartheid  compuesto por más de seiscientas organizaciones y reunido en el United Democratic Front ligado políticamente al CNA. A esas alturas de la pelea al presidente Botha solo se le ocurrió ofrecerle a Mandela la libertad a cambio de “rechazar incondicionalmente la violencia como instrumento político” (cualquier parecido con la realidad de Colombia es “mera coincidencia!!!”).

Mandela respondió a la propuesta: “Que Botha demuestre que es diferente a Malan, Strijdom y Verwoer. Que renuncie él a la violencia. Que diga públicamente que desmantelará el sistema del  apartheid. Que levante la prohibición que pesa sobre la organización del pueblo, el Congreso Nacional Africano. Que libere a todos aquellos que han sido encarcelados, proscritos o exiliados por oposición al apartheid. Que garantice la libertad política para que el pueblo pueda decidir quién desea que le gobierne.” (Pagina 541).

Con el presidente Botha hubo un intento de acercamiento para el dialogo aprovechando los buenos oficios de la Commonwealth interesada en poner fin al apartheid e interpretando el sentir de buena parte de la comunidad internacional que para ese momento tenía en serio aislamiento al gobierno sudafricano. Dice Mandela: “El día en que el grupo de intermediarios había de reunirse con los ministros del gabinete (luego de una reunión con Mandela en prisión), las fuerzas de defensa sudafricanas, por orden del presidente Botha, lanzaron ataques aéreos  y de comando contra bases del CNA en Botswana, Zambia y Zimbabwe. Esto enveneno las conversaciones y el grupo de personas eminentes se marchó inmediatamente de Sudáfrica.”(Pagina 547)

Para 1987  el líder del CNA Oliver Tambo había declarado “que la lucha armada se intensificará hasta que el gobierno  aceptara entablar negociaciones con el fin de abolir el aprtheid”. Se intensificaban dia a dia la violencia política y las presiones internacionales. El gobierno tuvo que liberar a mas de novecientos presos políticos. “Los estadounidenses reconocieron al CNA como elemento indispensable en la búsqueda de cualquier solución en Sudáfrica. Las sanciones contra Sudáfrica se incrementaron.” (Pagina 566)

El liderazgo del presidente Botha se agotó y en su reemplazo asumió Frederick de Klerk, quien comenzó la tarea de desmontar el aparato represivo que sostenía el apartheid, entre otras medidas se la disolución del National Security Management System estructura secreta cuya misión era aniquilar a los movimientos de liberación. Luego fue la legalización del CNA, el CPA, el Partido Comunista de Sudáfrica y de decenas de organizaciones mas; simultáneamente el anunció de  De Klerk: “Ha llegado la hora de las negociaciones”.
Habían terminado los diez mil días de encarcelamiento de Nelson Mandela. “El CNA exigía que el gobierno normalizara la situación del país poniendo fin al estado de excepción, liberando a todos los presos políticos y derogando todas las leyes relacionadas con el apartheid, y el gobierno estaba empeñado en conseguir que el CNA diera el primer paso poniendo fin a la lucha armada.”(Pagina 593)

La primera reunión para la negociación fue saboteada por la policía cerca de Johannesburgo al abrir fuego contra una manifestación de simpatizantes del CNA matando a una decena de ellos e hiriendo a cientos. Mandela le dijo al De Klerk que: “no podía hablar de negociaciones por un lado y asesinar a nuestra gente por el otro”. Siguieron los asesinatos, las provocaciones, las dilaciones por parte del gobierno, sin embargo las lideres del CNA declararon una suspensión de la lucha armada con el fin de darle oxigeno al presidente y lograr un avance en las negociaciones.

Ante la imposibilidad de llegar a un mínimo acuerdo con el gobierno, y la creciente barbarie de agentes del estado que masacraban sin cesar a la gente, el CNA suspendió las negociaciones y acordó emprender una política generalizada de acciones de masas, huelgas, manifestaciones, boicots, esta campaña culminaría en una huelga nacional de dos días. “Mas de cuatro millones de trabajadores se quedaron en sus casas en la mayor huelga política de toda la historia de Sudáfrica.”(Pagina 626)

Volvieron a la mesa de negociaciones donde se aprobó una Asamblea Constituyente electa, que redactaría una nueva Constitución y se elegiría un gobierno de unidad nacional que gobernaría por un periodo de cinco años. EL CNA ganó las elecciones por un amplio margen del 62,6% de los votos. “Tras mas de tres siglos de dominación, la minoría blanca aceptaba su derrota y entregaba el poder a la mayoría negra.”

Pero este era apenas un instante de reposo para el gran Mandela: “La verdad es que aún no somos libres; sólo hemos logrado la libertad de ser libres, el derecho a no ser oprimidos. No hemos dado el último paso, sino el primero de un camino aún más largo y difícil. Ser libre no es simplemente desprenderse de las cadenas, sino vivir de un modo que respete y aumente la libertad de los demás. La verdadera prueba de nuestra devoción por la libertad no ha hecho mas que empezar”. (Pagina 647)