martes, 5 de noviembre de 2013

Viva el “Pacto Nacional Agropecuario’’


Por Antonio Villa

El viernes  30 de agosto de 2013 el Presidente de la República se reunió con la crema innata de los gremios industriales, financieros, del comercio, exportadores, etc.etc., toda la clase dirigente del país, lo mejor de lo mejor: estaban todos,casi no caben y tuvieron quepelearse por salir en la foto. Quedaron por fuera Poncho Rentería, Bessudo, Olga duque de Ospina, deLuis Carlos Sarmiento están solo sus intereses.
El motivo: el Gran Pacto Nacional Agropecuario.

El fin: solucionar los problemas que agobian al “campesinado colombiano” que según, ellos son los miembros de la SAC, ASOBANCARIA, LA ANDI, AFIDRO, LA FEDERACION NACIONAL DE CAFETEROS,las transnacionales de imsumos agricolas.etc.
La razón: los  de ruana, poncho, alpargatas y botas de caucho se están quejando, por que los insumos que ellos les venden están muy caros,  los precios a que les compran están muy baratos y las importaciones amparadas bajo el TLC los están acabando de arruinar.

Esos grandes patriotas van a establecer nuevas estrategias, que bajo la orientación política de la derecha colombiana seguirán aplicando las teorías neoliberales del libre comercio  con lo cual se seguirán enriqueciendo y pauperizando aún más la situación de los verdaderos campesinos; pero eso no importa, si el desempleo aumenta, o las desigualdades se incrementan, los técnicos de Hacienda, Planeación Nacional y el DANE, ajustaran las fórmulas para mejorar los índices.

Pero quées lo que afecta al campesinado, y quées lo que están planteando?:

Los TLC permiten la entrada de productos agrícolas subsidiados que provienen de Estados Unidos y la Unión Europea, con lo cual la producción de los pequeños y medianos campesinos no es sostenible en Colombia y menos pensar en exportar; así lo pudieran hacer, las medidas fitosanitaria que el primer mundo ha establecido para proteger sus productos lo hacen imposible.

Para completar, la cantidad de intermediarios hace que sus ganancias se vean totalmente disminuidas y se encarezca el precio al consumidor final.

Los costos de los insumos agrícolas son tan altos como los de los medicamentos; la razón:al gobierno no le interesa intervenir este mercado que está en poder de las transnacionales y multinacionales agropecuarias.
El contrabando no es atacado, cómo lo van ha hacer,si es un negocio muy rentable para la DIAN Y LA POLICIA!

Los costos financieros son impagables, El Banco Agrario, que debería ser un Banco Social, en cuanto su rentabilidad se mide no por el impacto social, sino por sus resultados financieros; por eso tiene grandes utilidades; si no fuera así lo echarían de la Asociación Bancaria y de la Anif que preside Luis Carlos Sarmiento.

De investigación y asistencia técnica ni hablar: ella no existe, por el contrario los campesinos no pueden guardar semillas para la próxima cosecha porque de acuerdo al TLC estas solamente se les pueden comprar a las Multinacionales léase MONSANTO; se acuerdan de esta empresa, la que utilizó herbicidas para acabar con los campos en Vietnam?yen Colombia,lider con el glifosfato, entre otros.

El modelo económico neoliberal arrasó al campo colombiano,a los campesinos, los únicos que no estaban en la foto del Gran Pacto Nacional Agropecuario.  Sólo beneficia a los palmeros y ganaderos, terratenientes y latifundistas y esos no protestan, imponen las políticas, estaban encantados por que Santos ahora síerael presidente,al fin estaba al mando, había militarizado a Bogotá y al país;reprimido, violentado a esos de ruana y miseria y de esa manera se acababa el paro.

Amanecerá y veremos; ya las cosas se están poniendo a otro precio, la lucha campesina es nuestra lucha, la de intelectuales y estudiantes, de obreros de la construcción y de obreros de las petroleras, de niños y niñas, de mujeres y hombres, viejos y jóvenes, que tenemos la ruana en el alma, ahí mismo donde se aloja la patria.






martes, 3 de septiembre de 2013

Ilusiones de Paz – realidades de guerra

Por Carolina Trens

A los luchadores sociales que hacen de Colombia un país mejor

El combate por la paz en Colombia ha sido una empresa fracasada año tras año, década tras década, tanto así como que la última guerra lleva casi 70 años. Aparte del atraso inmarcesible de la clase dirigente colombiana, del poder político, económico y militar, de la falta de criterios, de ética, de profesionalismo de los medios de comunicación y de muchos intelectuales, hemos tenido la desgracia de la “ayuda desinteresada” de países que han marcado nuestra historia, los EE.UU, España, Israel, Inglaterra.
Fue Colombia a mediados del siglo pasado laboratorio contrainsurgente de las nuevas teorías de la Seguridad Nacional del complejo militar industrial de los Estados Unidos.  Es Colombia parte de la larga lista de países espiados por los programas de la Agencia Nacional de Inteligencia de los Estados Unidos, según los informes de Snowden, quien además reveló que este año Colombia fue el país al que más interceptaciones se le realizaron. Correos electrónicos, conversaciones a través de chats, información de redes sociales, registros de llamadas, un largo etc.,  eran interceptados por la agencia estadounidense para detectar patrones sospechosos de conductas que comprometieran su Seguridad Nacional. Nunca los colombianos hemos tenido Soberanía Nacional, ahora no tenemos siquiera dignidad.

¿Porque somos objeto de tanto interés para la geopolítica gringa? Precisamente por los intereses económicos y políticos de los EE.UU. En otras épocas eran las riquezas petroleras, el café, los minerales, las esmeraldas, productos agrícolas; hoy no cabe duda, son las fabulosas ganancias del narcotráfico, su transporte, comercialización y lavado. Si alguien niega de que son la DEA y la CIA norteamericanas las que dirigen las grandes operaciones de narcotráfico en América Latina es porque nació ayer o hace parte del negocio. La ubicación de Colombia frente a Venezuela y Brasil, hacen de nuestro país la plataforma de lanzamiento de estrategias de guerra contra estos países hermanos. Con tal Black Berry[1] atado no al tobillo sino al cuello difícil, muy difícil hacer la paz.
A la oligarquía nativa no le pesa el Black Berry, en primer lugar porque lo transfieren al cuello del pueblo colombiano y en segundo lugar porque ellos también ganan, y hacen parte de las listas de los más ricos del planeta y por eso están dispuestos a seguir manchando de sangre el suelo de esta que no es su patria. Son los dueños de Riopaila-Castilla, Cargill, La Fazenda, Interbolsa, SALUDCOOP, SURA, SANITAS, CAFESALUD, COMFAMA, COMPENSAR, toda la salud, toda la vivienda, toda la tierra, las pensiones, los ahorros, los bancos que lavan dinero mafioso, toda la riqueza, todo el poder. No les interesa la paz, con la guerra están bien, muy bien.

La paz los asusta, los arriesga, los desestabiliza. Dice uno de sus interpretes que es inadmisible, “…encontrarnos con unas FARC dueñas de amplias zonas del territorio… con un partido político de insospechada fuerza…” ¡NO! Por eso han hecho una guerra de más de 60 años, con 6 millones de desplazados, con un millón de muertos, con centenares de miles de desaparecidos, con millones de huérfanos, con hornos crematorios y motosierras. No importa el costo para mantener sus privilegios[2].
Mientras Santos y su gigantesco aparato represivo, más de medio millón de las FF.AA, les garanticen sus jugosas ganancias, no importa que las locomotoras del “desarrollo” del presidente se estrellen contra campesinos, obreros, trabajadores, estudiantes, hombre y mujeres del campo y de la ciudad cuyo pecado es producir riqueza.

Santos ni siquiera hace el esfuerzo por defender su mal llamada “política de paz”, por el contrario cada vez que tiene oportunidad la ataca, creyendo que así garantiza su reelección. Esos mensajes contradictorios, antagónicos, han fortalecido el narco-paramilitarismo, a sus representantes legales y cada vez le cierran más el camino a las oportunidades de cambio profundo al país.
Hay una lucha de vida o muerte: las políticas de Santos y la suma de tanta infelicidad por tantos años de guerra civil han reactivado las luchas populares y la resistencia en una dimensión nueva. La lucha por la tierra y el territorio se ha extendido por toda Colombia, la exigencia de verdadera Soberanía, la pelea contra la transnacionalización de la tierra y de la riqueza.

Colombia se estremece y se sacude; la base de una futura paz debe ser la justicia económica, que es la justicia social y ésta va de la mano con el fin de guerra, de la confrontación armada. Los cambios que necesita el país, las reformas que se proponen son las tareas que la burguesía no hizo por atrasada, por feudal, por mediocre. La tarea es construir el capitalismo (que ironia!), desarrollar el país para modernizarlo en la producción de bienes materiales y en las relaciones de producción. Distribuir las ganancias, erradicar la miseria y la pobreza, crear empleos, construir Universidades, centros de investigación científico-técnica.

Santos: desmovilícese!!! Santos: pase a la historia tan siquiera como un Frederic de Klerk[3] de quien hoy se encuentran 691.000 referencias en google.com, porque a quienes usted amenaza todos los días con matar tendrán las referencias que tiene Nelson Mandela: 80.500.000.

 

 

 



[1] En la época de la esclavitud en los Estados Unidos, a los esclavos se les ataba en el tobillo una gran bola negra acompañada de una cadena y una tobillera de hierro para evitar que escaparan de los campos de cosecha de algodón. Los amos de los campos la llamaban "BLACK BERRY" - mora negra. Ese era el símbolo antiguo de la esclavitud, que suponía que los negros esclavos estarían forzados a dejar su vida en esos campos hasta perecer.
 
[2] Solo La Comunidad de Paz de San José de Apartadó en los últimos 15 años a puesto mas de 200 muertos, la mayoría lideres de su comunidad.
[3] Presidente de Sudáfrica, quien negocio el fin del apartheid o segregación racial con Nelson Mandela.

jueves, 13 de junio de 2013

De victimas y victimarios



Por Antonio Villa

Nunca alcanza el tiempo como quisiéramos; las noches nos arrebatan horas de lectura y estudio, de debate, de aprender y enseñar. Estar siempre en movimiento, pendientes de la tropa enemiga, quita el tiempo para la organización, la propaganda, el trabajo político. Los guerrilleros de combate pelean en un lado y en otro, nuestros sentidos viven a ese ritmo, pendientes de ellos.

Mientras lavo la ropa en las aguas cristalinas de La Macarena pienso en lo que tendré que hacer entre lo que resta del día y mañana… interrumpe el oficial de servicio: Villa, lo necesita el Camarada. Eso significa que el Mono, el querido jefe Jojoy me manda llamar. En pocos minutos enjuago, termino y salgo al trote, en una mano la bolsa plástica con la ropa limpia, el jabón, la toalla y en la otra mi fusil.

El Mono sentado a la mesa pulida de tablas y palos, concentrado en la pantalla del computador, al tiempo oye noticias en alguna emisora. Pido permiso para pasar y él levanta su mirada azul, me saluda y me indica un banco al frente. Soy consciente del gran respeto y admiración que le tengo, pero me invade un cariño inmenso que no sé expresar; por eso me siento muy serio con el arma sobre las piernas.  

¿Ya descansó?, pregunta el Mono, le respondo que no, que apenas terminaba el baño y me dice jocoso que ese era mi descanso, que en la noche salgo con Leonel y Katherine para el 1r frente, que nos esperan. Arturo (Comandante del 1ro) ha ingresado a más de 80 nuevos guerrilleros, me cuenta, se le endurece el rostro y agrega: los sobrevivientes de Bedoya.
Harold Bedoya Pizarro se convirtió en comandante de la VII Brigada con asiento en Villavicencio, en diciembre de 1987. En las distintas unidades militares donde estuvo como comandante desplegó y fortaleció grupos paramilitares, desarrolló acciones conjuntas con miembros del Ejército, implantó la política de tierra arrasada como un fiel exponente de la doctrina de Seguridad Nacional superando a sus maestros quienes lo invitaron en 1979 como profesor a la Escuela de las Américas en Panamá y lo condecoraron con la Medalla de Reconocimiento al Mérito por el Ejército de los Estados Unidos en 1980, cuando fue comandante del Batallón Guardia Presidencial.

Había hecho “méritos” en 1978 como comandante del Batallón de Inteligencia y Contrainteligencia "Charry Solano" (BINCI), creando y dirigiendo una estructura paramilitar llamada "Alianza Anticomunista Americana - Triple A", autora de varios crímenes en Bogotá y atentados con dinamita perpetrados contra las instalaciones de la Revista Alternativa, y los periódicos El Bogotano y Voz Proletaria. Igualmente sus miembros ejecutaban asesinatos de miembros de partidos de la oposición y activistas sociales.

Durante la permanencia de Bedoya Pizarro en la comandancia de la VII Brigada operó con su apoyo la estructura paramilitar de Víctor Carranza; muchas de las armas que eran de integrantes del grupo estaban amparadas con salvoconductos de la Brigada. El Brigadier General siempre negaría que en el departamento existieran grupos paramilitares.

Sobre estos temas habló el Mono, a veces subiendo la voz, a veces echando madres contra los instigadores de la guerra y más contra los que se beneficiaban de ella. Los operativos militares al mando de Bedoya dejaron destrucción y muerte, desplazados, propietarios arruinados, huérfanos mucho dolor y odio. “Tenemos urgentemente que atender esa gente allá, confían en nosotros, no podemos defraudarlos”, me repitió varias veces. “Los nuevos van para curso básico militar, simultáneamente con Ud. en el curso básico político, de reglamentos, estatutos, normas internas y lo que de el tiempo, esa es la misión”.

El Mono insistía en la idea de sembrar en los nuevos combatientes sobre todo conciencia revolucionaria, que entiendan desde el punto de vista político, económico y social lo que les pasó, que si se quedan en filas lo que se espera de ellos, el compromiso con ideales de transformación y cambió para el país, para todos los colombianos, no es para recuperar fincas, caballos y vacas, no señor, para la toma del poder para el pueblo. Nuestra guerra es para imponer la paz de la justicia social, para cambiar el ejército de mercenarios de Bedoya. Me miró con la sonrisa en los ojos y se despidió diciendo que seguramente no iba a poder enseñar todo eso en un solo curso, pero teníamos que empezar.

Así aparecí en el aula de plástico frente a 60 hombres y mujeres de diferentes edades, etnias y razas. Con el saludo sentí el entusiasmo, confirmé una vez más que nuestra gente ansía el conocimiento, que es muy difícil pero la voluntad de entender y aprender es enorme: si no se sabe leer y escribir, se aprende, se aprovecha al máximo la capacidad auditiva, la memoria de los sonidos, de las palabras, de los conceptos.

Parecía un grupo normal de personas: unos del campo, otros de pueblo, se juntaban, intercambiaban, hasta jugaban y tarareaban canciones rancheras y vallenatos. Hasta que tuvieron alguna confianza y esa apariencia de normalidad dio paso a las escalofriantes historias de sus vidas. Nunca antes había tenido reunido tanto dolor, espanto, tormento y odio en el mismo sitio y a la misma hora.

Los héroes de Bedoya quemaron casas y cultivos, torturaron, cortaron cabezas, brazos y piernas, violaron mujeres y niñas, le abrieron el vientre a embarazadas, fusilaron hombres y ancianos. El humo no dejaba respirar y por el río flotaban cadáveres. Eran las mamás, hermanas, abuelas de los nuevos guerrilleros; los padres, tíos, primos, amigos, novios y novias de mis alumnos. Ellos se salvaron porque lograron correr unos, porque estaban en la otra loma, o en el pueblo o en un hueco que les abrió la tierra.

Les costaba trabajo hablar de lo ocurrido, las palabras se atragantaban, la mirada se pegaba al piso. Muchos nunca contaron nada, pero exigían la ley de talión. Ahí recordé la urgencia del Mono y la necesidad de transformar ese odio y sed de venganza en un proyecto político. Me dio risa, risa triste porque a mí, al instructor, me hervía la sangre. Recordé la frase de la cartilla de “Don de Mando”, el peor de los nuestros debe ser mejor que el mejor de nuestros enemigos. ¡Jamás seremos como nuestros verdugos! Nuestra venganza será hacer la revolución.  



martes, 21 de mayo de 2013

Santos: terrorismo y negociación

In memoriam
Caliche, Corazón Valiente,
la muerte jamás dirá la última palabra

Con sangre de la recién asesinada los paramilitares escribieron en la pared el letrero "fuera guerrillo". Esta vez la ejecutada fue Benedicta Joya Aponte de 75 años, hermana del sacerdote de Carcasí, Santander, quien era realmente el objetivo. ¿Por qué? El padre Joya es un luchador por los derechos humanos de sus comunidades, por la paz,defensor del medio ambiente, un verdadero cristiano cosa que en Colombia genera enemigos muy poderosos, no le perdonan que estuviera en el mes de diciembre en el Foro Agrario en Bogotá, realizado por el PNUD y Universidad Nacional y convocado por la Mesa de negociaciones de paz en la Habana, como parte de la delegación de la Coalición de Movimientos y organizaciones Sociales de Colombia COMOSOC.

Medio millar de personas desplazadas llegan todos los días, incluido el tan festejado día de la madre, a muchos mas de la mitad de los municipios del país[1]. El desplazamiento se produce por bombardeos indiscriminados, ametrallamientos, acción de nuevos y viejos grupos paramilitares, por combates, por la guerra que el presidente Santos mantiene y su ministro contrainsurgente anima. El porcentaje de mayor desplazamiento proviene de aquellos municipios donde el gobierno desarrolla su Plan Nacional de Consolidación Territorial, plan que comenzó a desarrollarse a instancias de la “seguridad democrática” de Álvaro Uribe. Colombia sigue abanderando las cifras de desplazamiento forzoso sumando ya más de los 6 millones de desplazados.

Ha aumentado en un 29% el número de masacres y la cantidad de victimas, crecieron los asesinatos selectivos, en particular los de reclamantes de tierras  cuya cifra es de 68 victimas.En Bogotá cada día desaparece un niño, que seguramente no suman a los 70.000 desaparecidos por razones políticas. En Colombia cada 72 horas es asesinado un sindicalista.

El presidente Santos ha invertido 22 mil millones de dólares en las Fuerzas Armadas solo en compra de armamento y sistemas de defensa y se dedica a la guerra el 25% del presupuesto Nacional. Sin embargo, el 68% de la población vive en la pobreza o la indigencia, son 8 millones de indigentes y 20 millones de pobres, el 12% de los niños tiene desnutrición crónica.

Conocido es que Colombia es de los países mas desiguales del mundo y de los más ricos, donde las vacas viven y comen mejor que la gente por cuenta de los señores de la tierra, donde hay narcotráfico y lavado de enormes cantidades de dinero cuyas ganancias quedan en el sector financiero, donde la corrupción de las elites económicas y políticas solo es comparable con la de la justicia.

Colombia es uno de los países mas atrasados del mundo, jamás ha sido una Nación, ni su economía, ni su política, ni su sociedad han logrado un desarrollo premoderno capitalista.  El país es un “hueco negro” en el contexto de la América Latina de hoy.

En medio de este desolador panorama el gobierno Santos, siguiendo el aforismo de Maquiavelode “gobernar es hacer creer”, quiere hacer creer a la opinión nacional y sobre todo a la opinión internacional que se la está jugando por la negociación y la paz.CREER, ¡esa es la clave de la paz! Y Santos es consecuente: el único gasto que se ha hecho como propaganda en televisión es que salen varias personalidades a declarar que CREEN en la paz. Si creemos devotamente, un día la paz nos va a caer del cielo.

“El desarrollo agrario: el Gobierno piensa que sin una transformación profunda del sector rural que rompa el círculo vicioso de violencia en el campo –que causa pobreza, que alimenta más violencia– y cree un círculo virtuoso de bienestar y estabilidad, no estaremos garantizando la no repetición del conflicto”[2]. Pero al mismo tiempo y con más vehemencia dice que no habrá cambios en el modelo económico.

“La participación política: todos los procesos de paz exitosos en el mundo llevan a una transformación de los grupos armados en movimientos políticos, eso es precisamente la transformación de un conflicto. Y la base de esa transformación son las garantías. Garantías para los grupos: que puedan participar en igualdad de condiciones y sin riesgos de seguridad; y garantías para la sociedad: que se rompa para siempre el lazo entre la política y las armas”[3]. ¿Garantías con miles de paramilitares, con las FF.AA más poderosas del continente y regidas por la teoría del enemigo interno? ¿Garantías sin estatuto de oposición, con un sistema electoral obsoleto, sin medios de comunicación? ¿Garantías con la mafia financiando campañas electorales de la derecha?
“… el nombre de este problema es ‘conflicto armado interno’. Valga decir: conflicto con las Farc y con el Eln, y con nadie más”[4]. ¿Por eso mataron a un millón de colombianos? ¿Por qué entonces el Estado ha sido condenado en múltiples ocasiones en tribunales internacionalespor genocidio y crímenes de lesa humanidad?¿De dónde salieron los guerrilleros de las FARC, del ELN, y después los del M-19, EPL, Quintín Lame, PRT, y mucho antes, de dónde salió Guadalupe Salcedo y sus 50.000 guerrilleros?

¿Por qué esperar al acuerdo final para que el gobierna cumpla con su deber constitucional de proteger la vida, honra y bienes de los ciudadanos, de garantizar la participación y la democracia, el derecho al trabajo, a la educación, a la salud y todos los derechos económicos y sociales? ¿Por qué EE.UU apoya la negociación y el proceso de paz en Colombia mientras desatan guerras por doquier?

¿La política de paz de Santos es un chantaje?O se desmovilizan o se mueren!, Se desmovilizan o tendrán otra vez a Uribe!, la impunidad para el estado y el peso de la “ley” para la insurgencia!, Impunidad para el estado terrorista y extradición para los luchadores!, firman un acuerdo ya y sin condiciones o se les acabó el tiempo!.  El chantaje del terror es la política de paz de Santos;su política no es ambigua: por el contrario, es clara, perversa y muy peligrosa.

Santos tiene la tarea de desmovilizar a la insurgencia colombiana a cambio de un discurso, sin cambios estructurales ni en lo político, ni en lo económico, ni en lo social y en consecuencia sin un amplio movimiento popular, soberano y patriótico, capaz de llegar al poder en unas elecciones. Es la razón para oponerse a un cese al fuego inmediato y a una Asamblea Nacional Constituyente. Sin guerrilla combatiente y sin resistencia del pueblo,quéfácil será abrirle la puerta a una intervención militar de EE.UU a Suramérica.

Cada campesino, cada trabajador, cada intelectual, cada estudiante, cada hombre, cada joven, cada mujer, todos ellas y ellos los indios, los blancos, los negros, los poetas, los músicos, los artistas, los sacerdotes y pastores del pueblo, de todas las religiones y los partidos, de todas las creencias y oficios, todos y todas debemos unirnos para imponer la paz con profundas reformas, justicia social, soberanía y garantía de no repetición.













[1] Boletín de CODHES, Número 78
[2]Conferencia del alto comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo, en la Universidad Externado, 9 de mayo de 2013
[3]idem
[4]idem

jueves, 4 de abril de 2013

Chávez fue un hombre profundamente negativo…

Por Carolina Trens
No a la injusticia, No al hambre, No a la miseria, No al desempleo, No a la violencia,
No al subdesarrollo,No al capitalismo, No al imperialismo, No a la humillación,
No a la esclavitud, No a la explotación, No a la servidumbre, No a la sumisión,
No al atraso, No a la pobreza, No a la desigualdad, No a la desunión, No a la tristeza,
No a la incoherencia, No a la manipulación, No al sufrimiento, No a las fronteras,
No al unanimismo, No al despilfarro, No al consumismo, No al dinero fácil,
No a la acumulación de dinero, No a la acumulación de bienes, No al racismo,
No a la diferencia de clases, No a la violencia contra las mujeres,
No a la violencia contra los niños, No a la diferencia laboral de géneros,
No a la desesperanza, No al desequilibrio con la naturaleza, No al desperdicio de agua,
No al desperdicio de energía eléctrica, No desfallecer en la lucha,
No a la discriminación,No a la derecha,No a los majunches,No a las majunches,
No a la intervención, No a los oligarcas neogranadinos, No a la mentira,
No a la guerra,No a los pitiyanquis, No a los golpes de estado, No al sectarismo,
No a las mafias,No a los paramilitares, No a los mercenarios, No al imperio, No a los apátridas,No a los escuálidos,
No a los escuálidas, No a los fascistas,No a la exclusión,No a la corrupción,
No al egoísmo,No a la desinformación,No al crimen,No unipolaridad mundial,
No a los rescates bancarios,No al Opus Dei,No a las transnacionales,
No a las multinacionales,No a los cobardes,No a la dependencia,No al terrorismo,
No a los títeres del imperio,No al armamentismo,No a la contaminación, No a la OTAN,No al Pentágono gringo, No a Hollywood,No a “porque no te callas”,
No a la soberbia, No a la CIA, No al neoliberalismo,No a la dominación, No a la prostitución, No al FMI, No al Banco Mundial,No a los TLC con imperialistas,
No al ALCA,No al negocio de la salud,No a la traición,No a la improvisación política,No a la improvisación económica,
No al desorden,No a los apátridas,No a los privilegios,No al negocio de la educación,
No al negocio de la vivienda,No a la trata de mujeres,No a la trata de hombres,
No a la trata de niños,Noa la incapacidad,Noal expolio petrolero,
No a la minería a cielo abierto,No al comercio de armas,No a la guerra en Colombia,
No a las reservas de oro en EE.UU,Noa las reservas de oro en Europa,
No a la ocupación de Las Malvinas,No a la ocupación de Guantánamo,
No a las bases militares de EE.UU,Noa la guerra en Palestina,No a la guerra en Siria,
No a la intervención gringa en Haití,No a las intervenciones imperiales,
No a Cristóbal Colón,No a los reyes,No a las reinas,No a los mercenarios,
No a la guerra mediática,No a los periodistas-sistema mundo capitalista,
No al complejo militar industrial de EE.UU,No al asesinato de niños en EE.UU,
No a la Asociación Nacional del Rifle, No al narcotráfico, No al consumo de drogas,
No al lavado de dinero, No al genocidio, No al genocidio político,
No al genocidio económico, No al asesinato, No al asesinatopolítico,
No al asesinato político con alta tecnología, No hi-tech assassinations…. 

¡Gracias Comandante por ser tan negativo: Todos unidos somos Chávez!

“El católico que no es revolucionario y no está con los revolucionarios está en pecado mortal”*

 Por Carolina Trens
En Febrero nació y murió uno de los hombres más queridos, más recordados y más trascendentes de la historia de Colombia: Camilo Torres Restrepo, el Padre. Solo vivió 37 años para dejar un legado de lucha, una herencia política, un ejemplo sin par.
Camilo fundó un movimiento político, el Frente Unido; publicó un periódico con el mismo nombre y el primer número, en una edición de 45.500 ejemplares, que apareció el 26 de agosto de 1965 se agotó el mismo día. Recorrió el país crean­do a su paso por barrios, pueblos y ciudades, los Comités del Frente Unido y logró sin sectarismos aglutinar a grandes contingentes de “no alineados” y a militantes de las más diversas fuerzas política y gremiales. Siempre acompañado por una profunda convicción cristiana, pero también por una gran cultura política que le permitía ver con claridad la realidad del país.
Hablaba así Camilo el Padre: “Descubrí el cristianismo como una vida centrada totalmente en el amor al prójimo, me di cuenta que valía la pena comprometerse en este amor, en esta vida, por lo que escogí el sacerdocio para convertirme en un servidor de la humanidad. Fue después de esto cuando comprendí que en Colombia no se podía realizar este amor simplemente por la beneficencia sino que urgía un cambio de estructuras políticas, económicas y sociales que exigían una revolución a la cual dicho amor estaba íntimamente ligado”.[2]

Y Camilo el militante del cambiopolítico: “En las circunstancias actuales de América Latina, nosotros vemos que no se puede dar de comer, ni vestir, ni alojar a las mayorías. Los que detentan el poder constitu­yen esa minoría económica que domina al poder político, al poder cultural, al militar y, desgraciadamente también, al eclesiástico en los países en los que la Iglesia tiene bienes temporales. Esa minoría no producirá decisiones en contra de sus intereses. Por eso las decisiones gubernamentales no se hacen en favor de las mayorías. Para darles de comer, beber, vestir, se necesitan decisiones básicas que sólo pueden proceder del gobierno. Las soluciones técnicas las tenemos o las podemos obtener. Pero ¿Quién decide su apli­cación? ¿La minoría en contra de sus propios intereses? Es un absurdo sociológico que un grupo actúe contra sus propios intereses”.[3]

Sorprendente, pero en 1961 Camilo fue incluido en la Junta Directiva del Instituto Colombiano de Reforma Agraria (INCORA) creado como parte de la Ley 135 "sobre reforma social agraria". Increíble, la ley garantizaba a la población rural colombiana el ejercicio del derecho natural a la propiedad” y pretendía: “Reformar la estructura social agraria por medio de procedimientos enderezados a eliminar y prevenir la inequitativa concentración de la propiedad rústica o su fraccionamiento antieconómico; reconstruir adecuadas unidades de explotación en las zonas de minifundio y dotar de tierras a los que no las posean, con   preferencia para quienes hayan de conducir directamente su explotación e incorporar a ésta su trabajo personal.”

Ha pasado más de medio siglo y ha corrido demasiada sangre, son millones las víctimas y centenares las fosas comunes; hornos crematorios, motosierras, guerra civil y barbarie sin fin, por cuenta de latifundistas, terratenientes y grandes ganaderos de todas las épocas, de unas burguesía y oligarquía atrasadas, sumisas, cobardes que jamás pudieron dar el salto del feudalismo al capitalismo y que tampoco permitieron que el Padre Camilo Torres directivo del INCORA pusiera en practica la ley 135 de 1961.

Condenados a repetir la desgracia, hoy el ministro de agricultura Juan Camilo Restrepo, en medio de un proceso de paz, lanza la canallada de calificar de “republiquetas independientes” a formas de organización campesinas, exactamente igual que Álvaro Gómez Hurtado,quien en 1958 con su debate en el Senado sobre las “republicas independientes” marcó la política de guerra contra los campesinos organizados.

La ley 135 de tierras de 1961 que pretendía acabar con la violencia iniciada en 1946 no logró prosperar; nunca se pudo “Reformar la estructura social agraria”[4]. La violencia contra los campesinos arreció y dio como resultado el surgimiento del movimiento guerrillero que resiste hasta hoy: el ELN, Ejército de Liberación Nacional y las FARC, Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo.

Camilo fue una víctima de la política excluyente, perversa, de amos y siervos, que siempre se ha practicado en Colombia; a Camilo Torres lo persiguió la jerarquía eclesiástica, lo persiguió la clase política, los servicios de inteligencia, la policía, el ejército; lo persiguieron incluso desde niño cuando fue expulsado del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario por criticar a sus profesores. Cuando se agotaron las vías legales, Camilo se alzó en armas junto a los compañeros del Ejército de Liberación Nacional, ELN.

Muchas generaciones de colombianos tendremos en Camilo el ejemplo a seguir. Su proyecto político es hoy tan vigente como hace 50 años, su ética será vigente por otros cien años más.  Para los guerrilleros del ELN y de las FARC es nuestro patrimonio, nuestra esencia, nuestra inspiración. En Camilo nos reconocemos, nos encontramos, nos proyectamos, por Camilo y sus ideales la lucha es inclaudicable.

“Donde cayó Camilo nació una cruz
pero no de madera, sino de luz ….
Camilo Torres muere para vivir”.




*[1]Reportaje de Adolfo Gilly, Semanario MARCHA, de Montevideo, junio 4 de 1965
[2] Reportaje del periodista francés Jean Pierre Sergent, publicado en Hora Cero, de México. Junio 1 de 1967
[3]“Encrucijadas de la Iglesia en América Latina”, redactado por Camilo para acompañar su carta al Obispo Coadjutor de Bogotá, el 19 de abril de 1965
[4] Ley 135 de 1961, Capitulo 1, Artículo 1º, pag.1

jueves, 7 de febrero de 2013

Foro Agrario, por primera vez la fugaz democracia



Por Carolina Trens

Asombroso que en condiciones de la guerra sin tregua de los medios de comunicación contra la información (¡vaya contradicción!), de la guerra sin cuartel del ministro de Defensa, de la histeria por todos los medios y en todo tiempo y lugar de algunos ganaderos, latifundistas, paramilitares y narcos se haya llevado acabo el Foro Desarrollo Agrario Integral con enfoque territorial, organizado en diciembre por el PNUD y la Universidad Nacional a petición de la mesa de negociaciones entre la guerrilla de las FARC y el gobierno colombiano que se desarrolla en Cuba.

La capacidad de lucha del pueblo colombiano no tiene límite; tampoco su capacidad de reinventarse una y otra vez, luego de enterrar por décadas a millones de sus muertos. Hace un tiempo Bogotá se estremeció con la marcha de miles de pies indígenas, organizados, con sus atuendos y su dignidad, con sus bastones de mando; con ojos brillantes y gestos decididos le hicieron saber al país que ahí estaban, que no eran un invento, que tenían historia, derechos y venían a reclamarlos.

Tiempo después la capital fue tomada por el paso firme de miles de campesinos, dicen ellos que son Marcha Patriótica. Para unos pocos, desentonaban marchando frente a entidades financieras, a empleados - empleadas bien vestidos y peinados, frente a tiendas de ropa importada, computadores, Black Berrys, Ipods y Ipads, tabletas, discos y memorias vacías , todo  importado, comida importada. Frente a todo lo que no es colombiano la Marcha Patriótica fue lo mas autentico y representativo, el país profundo, la Colombia verdadera, la del futuro.

Los jóvenes dijeron: basta! Y salieron como bandada de pájaros, enjambre de abejas,  en un océano de voluntades, pintaron de colores las ciudades, abrazaron a los policías represores, mostraron su piel desnuda, ajena a la violencia y al terror en el que les ha tocado crecer. Se les oyó más sapiencia que a la ministra de educación, un sentido de patria distinto al del presidente, una mirada de años luz por el continente.

Décadas, años, meses, días con sus noches, horas, minutos y segundos de intensa actividad y lucha, de resistencia, de mucho dolor, de acumulación de saberes y esperanzas, de bregar para ser oídos, escuchados, entendidos… Y por fin lo invisible se hizo visible, resonaron las voces apagadas por el terror del estado, se lucieron todos los colores arco iris y por un momento “ceso la horrible noche”. Más de 1200 delegados de tantas otras organizaciones populares se encontraron en el Foro por la tierra y el territorio para aportarle a la reconciliación del país.

Es así como, múltiples expresiones de lucha popular han coincidido en un único propósito: la paz. Pero no cualquier paz. Se colaron por la pequeña rendija del Foro agrario cientos y miles de propuestas que configuran el concepto claro, nítido, inconfundible de lo que para la gente colombiana es la paz.  Para los campesinos, indígenas, negros, hombres y mujeres la paz es tierra para producir, no es tierra para desplazar, bombardear, enajenar. La paz son derechos políticos, económicos y sociales para todos los colombianos. La paz es desarrollo y modernidad, pero también es proteger la naturaleza y el medio ambiente, no es neoliberalismo trasnochado, ni TLCs con países en quiebra. El campesinado, las comunidades negras e indígenas quieren y deben participar en el diagnóstico de la problemática agraria, en la definición de las estrategias y políticas y, por supuesto, en la dirección ejecutiva y de control de lo acordado.

Conquistar la paz para Colombia, significa en primer lugar, erradicar las formas de propiedad de la tierra feudales y señoriales que han generado la guerra. Es restituirle la dignidad aplastada y mancillada a los campesinos y a todos los trabajadores. La paz es armonía entre el desarrollo agrario y el urbano elevando a nuevos niveles la calidad de vida de nuestras gentes. La paz es erradicar la corrupción que ha arrebatado los recursos destinados a la inversión.

En últimas la paz es fundamental y principalmente hacernos a un nuevo Régimen Político que erradique el terror, herramienta preferida por los terratenientes, los mafiosos y paramilitares para ensanchar sus linderos a costa del sufrimiento de los pequeños propietarios, de los indígenas, de las comunidades negras y de los colonos. En consecuencia tendríamos que cambiar el modelo de desarrollo que existe, y en este punto es donde se acaban las “buenas” intenciones del gobierno y de sectores de la clase dirigente que dicen querer la paz.

Dice Juan Carlos Echeverry, quien fuera ministro de Hacienda de Santos, refiriéndose a los temas de reforma agraria, ordenamiento territorial y otros del foro, que “la paz es importante, pero no le podemos sacrificar el futuro por un enfoque conceptual parcial e inadecuado en el siglo XXI”[1]. También dice que “son la industria y los servicios donde más potencial de multiplicación de valor hay”. Señor economista, ¿si modernizar la tierra y el territorio no son tan importantes, por qué llevamos más de medio siglo en una guerra impuesta por el sector que Ud. representa? Echeverry sabe el peso en oro del sector servicios: él fue beneficiario de contratos con SaludCoop[2], así como consultor de la recién quebrada Interbolsa. Es el ministro de esos prohombres de Colombia que piensan como viven y viven como roban.

A otro renombrado economista Salomón Kalmanovitz tampoco le parece relevante para el país el tema rural; él fue en su momento vice director del Banco de la República cuando se legisló para el lavado de dineros del narcotráfico. Tal vez eso si es modernidad para el empleado del sector financiero.

Sectores económicos que se han beneficiado de la guerra, del atraso, de las desigualdades que han puesto a un país rico como Colombia a niveles de miseria de Haití (y solo de su desgracia jamás de su heroísmo), no asistieron al Foro de la madre tierra, ni lo entendieron, ni lo aceptan y son los mismos enemigos declarados de la paz.






[2] SaludCoop, olla podrida de la salud en Colombia 

Foro Agrario, por primera vez la fugaz democracia


Por Carolina Trens
Asombroso que en condiciones de la guerra sin tregua de los medios de comunicación contra la información (¡vaya contradicción!), de la guerra sin cuartel del ministro de Defensa, de la histeria por todos los medios y en todo tiempo y lugar de algunos ganaderos, latifundistas, paramilitares y narcos se haya llevado acabo el Foro Desarrollo Agrario Integral con enfoque territorial, organizado en diciembre por el PNUD y la Universidad Nacional a petición de la mesa de negociaciones entre la guerrilla de las FARC y el gobierno colombiano que se desarrolla en Cuba.
La capacidad de lucha del pueblo colombiano no tiene límite; tampoco su capacidad de reinventarse una y otra vez, luego de enterrar por décadas a millones de sus muertos. Hace un tiempo Bogotá se estremeció con la marcha de miles de pies indígenas, organizados, con sus atuendos y su dignidad, con sus bastones de mando; con ojos brillantes y gestos decididos le hicieron saber al país que ahí estaban, que no eran un invento, que tenían historia, derechos y venían a reclamarlos.
Tiempo después la capital fue tomada por el paso firme de miles de campesinos, dicen ellos que son Marcha Patriótica. Para unos pocos, desentonaban marchando frente a entidades financieras, a empleados - empleadas bien vestidos y peinados, frente a tiendas de ropa importada, computadores, Black Berrys, Ipods y Ipads, tabletas, discos y memorias vacías , todo  importado, comida importada. Frente a todo lo que no es colombiano la Marcha Patriótica fue lo mas autentico y representativo, el país profundo, la Colombia verdadera, la del futuro.
Los jóvenes dijeron: basta! Y salieron como bandada de pájaros, enjambre de abejas,  en un océano de voluntades, pintaron de colores las ciudades, abrazaron a los policías represores, mostraron su piel desnuda, ajena a la violencia y al terror en el que les ha tocado crecer. Se les oyó más sapiencia que a la ministra de educación, un sentido de patria distinto al del presidente, una mirada de años luz por el continente.
Décadas, años, meses, días con sus noches, horas, minutos y segundos de intensa actividad y lucha, de resistencia, de mucho dolor, de acumulación de saberes y esperanzas, de bregar para ser oídos, escuchados, entendidos… Y por fin lo invisible se hizo visible, resonaron las voces apagadas por el terror del estado, se lucieron todos los colores arco iris y por un momento “ceso la horrible noche”. Más de 1200 delegados de tantas otras organizaciones populares se encontraron en el Foro por la tierra y el territorio para aportarle a la reconciliación del país.
Es así como, múltiples expresiones de lucha popular han coincidido en un único propósito: la paz. Pero no cualquier paz. Se colaron por la pequeña rendija del Foro agrario cientos y miles de propuestas que configuran el concepto claro, nítido, inconfundible de lo que para la gente colombiana es la paz.  Para los campesinos, indígenas, negros, hombres y mujeres la paz es tierra para producir, no es tierra para desplazar, bombardear, enajenar. La paz son derechos políticos, económicos y sociales para todos los colombianos. La paz es desarrollo y modernidad, pero también es proteger la naturaleza y el medio ambiente, no es neoliberalismo trasnochado, ni TLCs con países en quiebra. El campesinado, las comunidades negras e indígenas quieren y deben participar en el diagnóstico de la problemática agraria, en la definición de las estrategias y políticas y, por supuesto, en la dirección ejecutiva y de control de lo acordado.
Conquistar la paz para Colombia, significa en primer lugar, erradicar las formas de propiedad de la tierra feudales y señoriales que han generado la guerra. Es restituirle la dignidad aplastada y mancillada a los campesinos y a todos los trabajadores. La paz es armonía entre el desarrollo agrario y el urbano elevando a nuevos niveles la calidad de vida de nuestras gentes. La paz es erradicar la corrupción que ha arrebatado los recursos destinados a la inversión.
En últimas la paz es fundamental y principalmente hacernos a un nuevo Régimen Político que erradique el terror, herramienta preferida por los terratenientes, los mafiosos y paramilitares para ensanchar sus linderos a costa del sufrimiento de los pequeños propietarios, de los indígenas, de las comunidades negras y de los colonos. En consecuencia tendríamos que cambiar el modelo de desarrollo que existe, y en este punto es donde se acaban las “buenas” intenciones del gobierno y de sectores de la clase dirigente que dicen querer la paz.
Dice Juan Carlos Echeverry, quien fuera ministro de Hacienda de Santos, refiriéndose a los temas de reforma agraria, ordenamiento territorial y otros del foro, que “la paz es importante, pero no le podemos sacrificar el futuro por un enfoque conceptual parcial e inadecuado en el siglo XXI”[1]. También dice que “son la industria y los servicios donde más potencial de multiplicación de valor hay”. Señor economista, ¿si modernizar la tierra y el territorio no son tan importantes, por qué llevamos más de medio siglo en una guerra impuesta por el sector que Ud. representa? Echeverry sabe el peso en oro del sector servicios: él fue beneficiario de contratos con SaludCoop[2], así como consultor de la recién quebrada Interbolsa. Es el ministro de esos prohombres de Colombia que piensan como viven y viven como roban.
A otro renombrado economista Salomón Kalmanovitz tampoco le parece relevante para el país el tema rural; él fue en su momento vice director del Banco de la República cuando se legisló para el lavado de dineros del narcotráfico. Tal vez eso si es modernidad para el empleado del sector financiero.
Sectores económicos que se han beneficiado de la guerra, del atraso, de las desigualdades que han puesto a un país rico como Colombia a niveles de miseria de Haití (y solo de su desgracia jamás de su heroísmo), no asistieron al Foro de la madre tierra, ni lo entendieron, ni lo aceptan y son los mismos enemigos declarados de la paz.




[2] SaludCoop, olla podrida de la salud en Colombia