martes, 3 de septiembre de 2013

Ilusiones de Paz – realidades de guerra

Por Carolina Trens

A los luchadores sociales que hacen de Colombia un país mejor

El combate por la paz en Colombia ha sido una empresa fracasada año tras año, década tras década, tanto así como que la última guerra lleva casi 70 años. Aparte del atraso inmarcesible de la clase dirigente colombiana, del poder político, económico y militar, de la falta de criterios, de ética, de profesionalismo de los medios de comunicación y de muchos intelectuales, hemos tenido la desgracia de la “ayuda desinteresada” de países que han marcado nuestra historia, los EE.UU, España, Israel, Inglaterra.
Fue Colombia a mediados del siglo pasado laboratorio contrainsurgente de las nuevas teorías de la Seguridad Nacional del complejo militar industrial de los Estados Unidos.  Es Colombia parte de la larga lista de países espiados por los programas de la Agencia Nacional de Inteligencia de los Estados Unidos, según los informes de Snowden, quien además reveló que este año Colombia fue el país al que más interceptaciones se le realizaron. Correos electrónicos, conversaciones a través de chats, información de redes sociales, registros de llamadas, un largo etc.,  eran interceptados por la agencia estadounidense para detectar patrones sospechosos de conductas que comprometieran su Seguridad Nacional. Nunca los colombianos hemos tenido Soberanía Nacional, ahora no tenemos siquiera dignidad.

¿Porque somos objeto de tanto interés para la geopolítica gringa? Precisamente por los intereses económicos y políticos de los EE.UU. En otras épocas eran las riquezas petroleras, el café, los minerales, las esmeraldas, productos agrícolas; hoy no cabe duda, son las fabulosas ganancias del narcotráfico, su transporte, comercialización y lavado. Si alguien niega de que son la DEA y la CIA norteamericanas las que dirigen las grandes operaciones de narcotráfico en América Latina es porque nació ayer o hace parte del negocio. La ubicación de Colombia frente a Venezuela y Brasil, hacen de nuestro país la plataforma de lanzamiento de estrategias de guerra contra estos países hermanos. Con tal Black Berry[1] atado no al tobillo sino al cuello difícil, muy difícil hacer la paz.
A la oligarquía nativa no le pesa el Black Berry, en primer lugar porque lo transfieren al cuello del pueblo colombiano y en segundo lugar porque ellos también ganan, y hacen parte de las listas de los más ricos del planeta y por eso están dispuestos a seguir manchando de sangre el suelo de esta que no es su patria. Son los dueños de Riopaila-Castilla, Cargill, La Fazenda, Interbolsa, SALUDCOOP, SURA, SANITAS, CAFESALUD, COMFAMA, COMPENSAR, toda la salud, toda la vivienda, toda la tierra, las pensiones, los ahorros, los bancos que lavan dinero mafioso, toda la riqueza, todo el poder. No les interesa la paz, con la guerra están bien, muy bien.

La paz los asusta, los arriesga, los desestabiliza. Dice uno de sus interpretes que es inadmisible, “…encontrarnos con unas FARC dueñas de amplias zonas del territorio… con un partido político de insospechada fuerza…” ¡NO! Por eso han hecho una guerra de más de 60 años, con 6 millones de desplazados, con un millón de muertos, con centenares de miles de desaparecidos, con millones de huérfanos, con hornos crematorios y motosierras. No importa el costo para mantener sus privilegios[2].
Mientras Santos y su gigantesco aparato represivo, más de medio millón de las FF.AA, les garanticen sus jugosas ganancias, no importa que las locomotoras del “desarrollo” del presidente se estrellen contra campesinos, obreros, trabajadores, estudiantes, hombre y mujeres del campo y de la ciudad cuyo pecado es producir riqueza.

Santos ni siquiera hace el esfuerzo por defender su mal llamada “política de paz”, por el contrario cada vez que tiene oportunidad la ataca, creyendo que así garantiza su reelección. Esos mensajes contradictorios, antagónicos, han fortalecido el narco-paramilitarismo, a sus representantes legales y cada vez le cierran más el camino a las oportunidades de cambio profundo al país.
Hay una lucha de vida o muerte: las políticas de Santos y la suma de tanta infelicidad por tantos años de guerra civil han reactivado las luchas populares y la resistencia en una dimensión nueva. La lucha por la tierra y el territorio se ha extendido por toda Colombia, la exigencia de verdadera Soberanía, la pelea contra la transnacionalización de la tierra y de la riqueza.

Colombia se estremece y se sacude; la base de una futura paz debe ser la justicia económica, que es la justicia social y ésta va de la mano con el fin de guerra, de la confrontación armada. Los cambios que necesita el país, las reformas que se proponen son las tareas que la burguesía no hizo por atrasada, por feudal, por mediocre. La tarea es construir el capitalismo (que ironia!), desarrollar el país para modernizarlo en la producción de bienes materiales y en las relaciones de producción. Distribuir las ganancias, erradicar la miseria y la pobreza, crear empleos, construir Universidades, centros de investigación científico-técnica.

Santos: desmovilícese!!! Santos: pase a la historia tan siquiera como un Frederic de Klerk[3] de quien hoy se encuentran 691.000 referencias en google.com, porque a quienes usted amenaza todos los días con matar tendrán las referencias que tiene Nelson Mandela: 80.500.000.

 

 

 



[1] En la época de la esclavitud en los Estados Unidos, a los esclavos se les ataba en el tobillo una gran bola negra acompañada de una cadena y una tobillera de hierro para evitar que escaparan de los campos de cosecha de algodón. Los amos de los campos la llamaban "BLACK BERRY" - mora negra. Ese era el símbolo antiguo de la esclavitud, que suponía que los negros esclavos estarían forzados a dejar su vida en esos campos hasta perecer.
 
[2] Solo La Comunidad de Paz de San José de Apartadó en los últimos 15 años a puesto mas de 200 muertos, la mayoría lideres de su comunidad.
[3] Presidente de Sudáfrica, quien negocio el fin del apartheid o segregación racial con Nelson Mandela.