viernes, 5 de septiembre de 2014

Colombia, a la guerra civil: la más feroz guerra sucia mediática

“Nadie puede impedir que un perro callejero
se orine en el monumento más glorioso”
Porfirio Barba Jacob

Por Carolina Trens

Ahora resulta que todas las víctimas de la guerra civil colombiana son iguales y todo el mundo es un doliente apesadumbrado. El gobierno en primer lugar, pero que al mismo tiempo se niega sistemáticamente al “Cese del Fuego”; los partidos Liberal, Conservador y el partido personal de Uribe (PCD)[1] con una larga trayectoria de guerra, partidos que convirtieron en tradición nacional la eliminación física del adversario político; el Congreso de la Republica que ha legislado para la guerra, aprobado los presupuestos para matar más y mejor; no podía faltar la rama judicial que por aquello del “equilibrio de poderes” es sostén del régimen y avala la justicia paralela y exclusiva – fuero militar- para encubrir los crímenes de las FF.AA. y sus fuerzas narcoparamilitares; los medios masivos de comunicación evangelistas del nazismo criollo.

Quienes han avalado la guerra desde hace mucho más de medio siglo, quienes entonan loas a la muerte y destrucción del pueblo colombiano, quienes legitiman el horror, quienes le invierten dinero para garantizar sus ganancias, hoy se rasgan las vestiduras y levantan su dedo acusador. Hasta hace muy poco tiempo no hablaban de las víctimas: por el contrario las invisibilizaban redoblando el castigo; las mismas víctimas se avergonzaban de serlo por el repudio que se les expresaba, sobre todo desde sectores pudientes. Se hizo célebre el estigma de “por algo sería” que los habían desterrado, asesinado, desaparecido, torturado. Los sobrevivientes ocultaban sus desgracias por un poco de comida, un mísero trabajo, una limosna.

Los verdaderos victimarios de esta larga guerra civil ahora se escudan detrás de algunas víctimas para señalar a quienes han ofrendado sus vidas por cambiar la historia. Que quede claro: la lucha de clases en Colombia adquirió el carácter de confrontación armada por la forma violenta como las clases dominantes, llámense latifundistas, terratenientes, burgueses, oligarcas, ligados al capital transnacional decidieron mantenerse en el poder excluyendo a las grandes mayorías nacionales. En otros países los explotadores tiraron migajas para manejar el descontento popular, en Colombia las migajas han sido plomo ventiao

La guerrilla de las FARC es la resistencia del pueblo armado; de las gentes que por la persecución estatal lo han perdido todo en diferentes épocas. De los 6 millones de desterrados un sector se suma a la insurgencia: la madre del hijo desaparecido, el padre de la hija violada, los primos que vieron asesinar a sus tíos, el niño que vio mutilar a su familia, los que jamás han tenido oportunidades y que han conocido al todo poderoso Estado solo a través de sus armas.

Un estado que a expensas de las políticas norteamericanas ha convertido a sus FF.AA. en ejército de ocupación de su propia patria, como sucede en los propios EE.UU. Porque el fusilamiento de Michel Brown, afroamericano de 18 años y de miles de negros como él, solo se explica por una política gubernamental racista, exterminadora, de la supremacía blanca. ¿Qué significa que una niña gringa blanca de nueve años sea entrenada para manejar una ametralladora UZI por Charles Vacca veterano de las guerras de Afganistán e Irak? La muerte del tipo,  un accidente, pero lo otro es la política imperial de los EE.UU. De igual manera para el caso del periodista James Foley,  decapitado por militantes del “Estado Islámico”, DAESH. La política militarista estadounidense responsable de las invasiones a Irak y Siria produjeron a ese “Estado” Islámico, los países europeos de la OTAN lo armaron, con armas de Israel. ¿Quiénes son las víctimas y quienes los victimarios?

Difícilmente se encuentra un caso más contundente sobre la confusión orquestada por los mass media en lo que atañe a víctima y victimario, como el de Palestina e Israel, que obviamente favorecen a este último. Los llamados “victimarios” han perdido desde 1948 más del 88% de su territorio, miles de aldeas arrasadas a sangre y fuego, centenares de miles de familias muertas, heridas, desaparecidas; los sobrevivientes han sido arrinconados en la Franja de Gaza, bloqueados, sin comida, sin agua, sin energía, tan solo con el heroísmo, la esperanza y la solidaridad.

En respuesta a la invasión y ocupación israelí surge Hamás, organización armada en defensa del pueblo palestino y su territorio. En 2006 se presenta a elecciones, a la legitimación democrática en las urnas de su accionar, y gana con mayoría absoluta, sin embargo Israel y EE.UU. los declaran terroristas, como a las FARC en Colombia, y objetivo militar de la OTAN, el pretexto perfecto para el aniquilamiento de los palestinos. La resistencia Palestina les ha propinado a los sionistas israelíes en los últimos días una tremenda derrota militar, política, ética y moral.

Las armas sagradas de la resistencia, en cualquier lugar del mundo, son objeto de la más feroz guerra sucia mediática. Por obra de los micrófonos, la tinta y la virtualidad -armas de destrucción masiva- las víctimas se convierten en victimarios, los verdaderos victimarios en jueces de sus víctimas. Es la guerra en términos políticos y sucia porque no nos dan la oportunidad de defendernos en las mismas condiciones.

Un día la resistencia armada en Colombia tendrá los honores tan merecidos hechos al legendario Nelson Mandela, quien decía: “Personalmente, la lección que aprendí de aquella campaña fue que en última instancia, no teníamos más alternativa que la resistencia armada y violenta. Una y otra vez habíamos empleado todos los recursos no violentos de los que disponíamos en nuestro arsenal –discursos, delegaciones, amenazas, marchas, huelgas, encarcelamientos voluntarios   sin resultado alguno, ya que todas nuestras iniciativas eran aplastadas con mano de hierro. Un luchador por la libertad aprende, por el camino más duro, que es el opresor el que define la naturaleza de la lucha. Con frecuencia, al oprimido no le queda más recurso que emplear métodos que reflejan los empleados por su contrincante. A partir de un determinado momento, sólo es posible combatir el fuego con el fuego”[2]… 

Ese día es al que temen como el diablo a la cruz.
 




[1] Puro Centro Democrático, surgido de las estructuras legales e ilegales del narcoparamilitarismo en Colombia
[2] “El largo camino hacia la libertad”, La autobiografía de Nelson Mandela, 2010, pag. 176