lunes, 20 de noviembre de 2017

Revolución, Poder del pueblo, Lenin y Stalin, 100 años

Por María Aureliana Buendía 
A Timo e Imelda, los candidatos presidenciales de la Nueva Colombia 
 
El hecho más importante de la historia de la humanidad cumple 100 años. La Revolución socialista  de octubre atañe directamente a todo el mundo, en primer lugar a los pueblos, a los marginados del poder, a los explotados; en segundo lugar a quienes habían detentado el poder económico y político desde la antigüedad, los explotadores, lo señores esclavistas, los feudales, los capitalistas.
Somos una cosa o la otra independientemente de la cantidad de melanina que realmente es una construcción social, eso de la raza. Pertenecemos a la clase de los explotados o explotadores, en cualquier lugar del planeta y sus alrededores, en virtud de la relación que tengamos con los medios de producción en una formación socio económica o en otra. Carlos Marx descubrió que “la historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases”, donde se enfrentan intereses antagónicos del proletariado y la burguesía. En esa confrontación clasista la burguesía, o casta alta, siempre había salido victoriosa, se repetían los reveses y  desilusiones en el campo popular.
Hace 100 años el paradigma cambió radicalmente. Los comunistas, con Lenin a la cabeza, llevaron a la práctica la revolución soñada por Marx, Engels y toda una pléyade de luchadores en el mundo y se tomaron el poder político y económico en Rusia. Llegaron al poder los obreros y soldados organizados en los Soviets, por primera vez en la historia de la humanidad. Fue derrotado el imperio ruso y ¡Triunfó la revolución socialista!
El nuevo gobierno revolucionario decretó la paz y el traspaso de la tierra de los terratenientes, de los zares y de los monasterios a los comités de campesinos. Se planeó proteger los derechos de los soldados y el control por parte de los obreros de la producción del país. Los bolcheviques asumen el control territorial casi total del la nación. Al tiempo que  se desarrollaron los planes revolucionarios que beneficiaron a la absoluta mayoría del pueblo, surgió  la contra revolución,  los primeros enfrentamientos de la guerra civil y la intervención militar aliada en Rusia.
Se propinó la primera derrota al capital mundial: el Ejército Rojo del poder soviético venció a la alianza militar de los EE.UU., Inglaterra, Francia, Italia, China,  Japón, Grecia, Canadá, Polonia, Checoslovaquia y otros países menores. Esta guerra costó más de nueve millones de vidas, la precaria economía quedó  devastada y el hambre era generalizada.
Los bolcheviques salvaron la Patria y el socialismo con la Nueva Política Económica” que en palabra de Lenin era una “retirada estratégica”; consistió en permitir el libre comercio como medio para  construir los fundamentos  hacía el socialismo. Efectivamente, lograron revivir la industria y la producción alimentaria; se repartió la tierra entre los campesinos. Apenas lograda la consolidación del nuevo poder socialista, muere en 1924  el Gran Lenin, el más terrenal de los terrestres y el más humano de los humanos, como lo describió el poeta Mayakovski, quien a su vez fue uno de los mas importantes constructores de las nuevas concepciones del arte.
Cuando Stalin es elegido Secretario General del Partido Comunista, reemplazando a Lenin, ya tenía su propia idea de cómo desarrollar el socialismo, contraria a las ideas de Trotsky, Bujarin y otros cuadros. Stalin, como Lenin, creía en la construcción del socialismo en un solo país, siempre y cuando  lograra un acelerado desarrollo industrial. Para lograr la industrialización, se debía mecanizar la producción agrícola. Ambos requerían de planificación y centralización. Antes de que sobre la figura de Stalin cayera la ignominia, estos componentes de su propuesta  económica fueron considerados en occidente como ideas “geniales” de un estadista.
Bajo la dirección del estado socialista de Lenin y Stalin, la Unión de Republicas Socialistas Soviéticas, URSS, alcanzó niveles inimaginables de desarrollo político, económico, social, cultural y científico. De la atrasada Rusia de los zares, la URSS alcanzó  a las potencias de la época: Inglaterra, EE.UU., Francia, Italia. Eso explica que la Unión Soviética y su glorioso Ejército Rojo derrotaran al nazismo alemán en su territorio y posteriormente avanzara victorioso hasta Berlín en mayo de 1945. La humanidad aún tiene una gran deuda con  el sacrificio de ese gran pueblo que nos libró del peor genocidio, de un holocausto universal.
De la Segunda Guerra Mundial, la URSS surgió como una superpotencia en todos los aspectos y fundamentalmente moral. El mundo capitalista no pudo admitir nada siquiera parecido y arremetió ferozmente iniciando la guerra fría. Desmontan procesos revolucionarios avanzados en Francia e Italia y otros países con operaciones encubiertas  como “Gladio”. En lo económico deciden la construcción de los “Estados de bienestar” que pudieran competir con los logros del socialismo, hoy los desmontan, ya no son necesarios.
Vale recordar, en estos tiempos de revolución informática, el Sistema Estatal Automatizado de Contabilidad y Procesamiento de Información que se inventaron los científicos soviéticos a principios de los años 60, esto es lo que hasta hoy 57 años después, se conoce como  plataforma informática o sistema informático[1]. Para ese momento, se agravaron las dificultades en la gestión de la economía nacional de la URSS, causadas por un aumento en la gama de productos, su diversificación y el aumento tanto del número de vínculos entre empresas como de éstas. Todo esto complicó no solo la recopilación de información y procesamiento estadísticos, sino también la planificación a nivel de empresas, industrias y toda la economía nacional.
Un grupo de científicos soviéticos dirigido por el académico V.M. Glushkov desarrolló un proyecto llamado “Red Estatal Unificada de Centros Informáticos”, que constaba de aproximadamente 100 Centros de Cómputo, unidos por canales de comunicación de banda ancha y distribuidos en todo el país. Cada uno de los centros territoriales conectados con los Centros de Cómputo de grandes empresas, ministerios y red (clúster) para el servicio de pequeñas empresas. Es el sistema socialista el que garantizó los más grandes avances para el bienestar de los pueblos[2], no cabe duda. Es por eso que celebramos  los 100 años de la primera revolución proletaria.
¿Pero cómo pudo suceder que la potencia socialista, la URSS, colapsara? Cada vez hay más evidencias y pruebas de que no hubo tales errores garrafales en la política o en la economía o en la ciencia o en la sociedad. Siempre hubo nuevos e inmensos retos en todos estos aspectos y siempre hubo un enfrentamiento de concepciones entre los dirigentes del Estado y en la misma sociedad. Es decir, la lucha de clases no cesó, hubo sectores que siguieron defendiendo y conspirando por restaurar el capitalismo, con mucha fuerza desde 1953, contra sectores revolucionarios y comunistas, contra los intereses populares. Y ganó la traición, se impusieron las concepciones individualistas pequeño burguesas, enmascaradas en un radicalismo y transparencia inexistentes.
Hoy Rusia está en condiciones de poner en jaque nuevamente las agresiones imperiales y la unipolaridad del mundo. El pueblo ruso conserva los valores y principios más humanistas aprendidos en el socialismo y sin duda construirá una nación mejor, no serán inferiores a la gesta de 1917.
A diez mil novecientos nueve kilómetros, trazados en línea recta,  que separan a Bogotá de Moscú; en Colombia vivimos una importante coyuntura de profundos cambios. La paz ha vencido a la guerra, la reconstrucción del país está a la orden del día. En la implementación de los Acuerdos de La Habana y el involucramiento de todos los colombianos radicará el éxito de sacar al país a los horizontes del desarrollo y el bienestar. Las candidaturas presidenciales de Timo e Imelda del Partido del Común (Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, FARC) garantizaran esa alternativa para Colombia y América Latina.
¡Vivan los 100 años de la revolución!
[1] Por ejemplo: el sistema SAP, Systems Applications Products in Data Processing (1972), empresa alemana.
[2] “En los años cincuenta la Unión Soviética se desarrollo a un ritmo que doblaba el de la mayoría de los países avanzados. Entre 1950 y 1975, el índice de producción industrial soviético aumentó 9.85 veces (según datos soviéticos o 6.77 veces (según los de la CIA), mientras que el índice de producción  industrial  de los EEUU creció 2,62 veces. La Unión Soviética disponía de un cuarto de todos los científicos del mundo,  y el lanzamiento  del Sputnik simbolizó sus logros científicos. Los salarios y el nivel de vida crecían  ininterrumpidamente. Se fijó una semana  laboral de cuarenta horas para la mayoría de empleos, y de treinta y cinco para los trabajos   más duros. Se estableció un sistema universal de pensiones. La disponibilidad de bienes de consumo aumentaba, y la “brecha en el desarrollo económico y social entre la Unión Soviética y los EEUU se estaba cerrando rápidamente”. A mediados de los años ochenta, la Unión Soviética producía el 20% de las mercancías  industriales a nivel mundial, a diferencia  del 4%, sobre un total  mucho más reducido, que  producía  en el momento de la revolución. Estaba en la primera posición mundial  en la producción de petróleo, gas,  metales férricos,  minerales, tractores, hormigón armado,  artículos de lana,  zapatos, remolacha azucarera, patatas, leche, huevos y otros productos. Su producción de energía hidroeléctrica, productos químicos, maquinaria, cemento y algodón solo quedaba por detrás  de la de los EEUU.” Roger Keeran, Thomas Kenny, 2010, El socialismo traicionado, España, El Viejo Topo

viernes, 13 de octubre de 2017

Un candidato del Común para la nueva Colombia



Por María Aureliana Buendía
Magnífica oportunidad la que brinda ANNCOL, agencia colombiana de prensa radicada en Europa, para expresarle a la opinión colombiana e internacional criterios que desde tiempos históricos manejábamos en las FARC-EP y que hereda el Partido del Común (FARC), sobre la política en general como estrategia de la toma del poder.
Esa estrategia acertadamente ha contemplado en primer lugar un gran movimiento de masas. No hay partido, ni movimiento, ni frente revolucionario, que no sueñe con millones del Común peleando, disputándole el poder a la clase capitalista. Y en esos millones están los verdes, los azules, los rosados, los morados, los rojos, los liberales y conservadores, los independientes, los sin partido.
Los conceptos excluyentes por las razones que sean, son sinónimo de inmadurez  y sectarismo. ¿Derrotados pero puros y castos? Esos era los argumentos de quienes en su momento se opusieron a la creación de la Unión Patriótica y posteriormente la ahogaron y aislaron, permitiendo su  genocidio. Derrotados, puros, castos y muertos, esa es la propuesta. No es para los revolucionarios farianos hijos de Manuel y Jacobo.
A una “burguesía traganíquel” como decía Jacobo, que no ha cumplido ni su papel histórico de desarrollar las fuerzas productivas del país hay que obligarla a cumplir lo pactado, pero más allá, la implementación es tarea nuestra, de todos los colombianos. Construyendo poder popular, debatiendo los planes de desarrollo en todos los niveles, fiscalizando los bienes y dineros, proponiendo soluciones y alternativas a los problemas con audacia, responsabilidad y disciplina. Recurriendo fundamentalmente a la organización y a la movilización popular.
Partiendo de logros alcanzados por el Acuerdo de Paz, que ya han cambiado al país:
*  El acuerdo impone una política de paz de Estado.
* El acuerdo logra dividir al bloque de poder dominante, siempre unido alrededor de la guerra.
*   El acuerdo logra dividir a las FF.AA., instrumento de guerra contrainsurgente.
*   El acuerdo produce un movimiento popular que frente a la derrota en el referendo lo hace suyo y lo salva. El acuerdo de paz es aprobado por las mayorías en las calles, plazas, aulas, auditorios, centros laborales, universidades, pueblos y veredas de Colombia.
*   El acuerdo logra develar responsabilidades inequívocas frente a la prolongación de la guerra, saca a la luz a las víctimas, millones de desplazados y desterrados, miles de desaparecidos, centenares de masacres y asesinatos selectivos.
*  El acuerdo pone en evidencia la política estatal de exterminio del contrario por razones políticas y abre las compuertas a la democracia.
*   El acuerdo se convierte en ejemplo internacional para la solución negociada de conflictos bélicos.
*   El acuerdo es herramienta, instrumento para la lucha de clases.

La representación del Partido del Común (FARC) en cualquiera de sus niveles es cuestión de enorme seriedad y responsabilidad. En primer lugar debe representar la línea política del partido (no una independiente y propia), es de perogrullo, sin veleidades pequeñoburguesas. Si las revoluciones se hicieran insultando, echando discursos mediocres o en acciones aisladas y oportunistas, ésta ya hubiera triunfado.

Nuestro candidato debe parecerse a los colombianos  del Común, sin pretensiones de grandeza, porque toda la gloria cabe en un grano de maíz, respetuoso, leal con el partido e incondicional con los intereses del pueblo, cumplidor de la palabra, audaz, interprete certero del momento histórico nacional e internacional, es decir -con los pies sobre la tierra.

Nuestro candidato es un gran organizador, porque las revoluciones no se hacen, se organizan, decía sabiamente Lenin. Es un visionario, que dirige con el corazón ardiente y cabeza fría. Es querido y respetado por los farianos, fundó frentes y bloques guerrilleros, organizó campañas militares, políticas  y sociales, enriqueció nuestra estrategia política y militar, defendió  a las masas contra el paramilitarismo y el terror del Estado, fundó organizaciones populares que resistieron todas las arremetidas fascistas; firmó el Acuerdo de Paz convertido en oportunidad histórica, se ha ganado el corazón de las gentes del común, el respeto de los adversarios, la admiración de líderes internacionales. Manuel y Jacobo acertaron con él.