Por Carolina Trens
A los compañeros y
camaradas, que por estar trabajando en otros frentes no conocen nuestra labor
de formación de cuadros y organización de las comunidades afines a nuestra
causa en las ciudades, nos parece oportuno informarles que este es un trabajo
que ya tiene años de ejecución y vamos bien a pesar de la magnitud de la
empresa y las dificultades de su ejecución.
En los cursos de historia
del movimiento se ha informado de las particularidades que tiene el trabajo de
las ciudades, especialmente desde que las organizaciones sindicales, indígenas
y de base fueron sistemáticamente atacadas y muchos compañeros y compañeras
exterminados con la misma agresividad que lo fueron los miembros de la Unión
Patriótica y otras fuerzas independientes.
Los hombres y mujeres que
llevamos unos años en estas tareas, hemos creado unos sistemas de trabajo
colectivo que nos protegen de esos peligros y para mayor fortaleza del
movimiento hemos formado grupos regionales de trabajo que con frecuencia nos
juntamos para intercambiar experiencias y aunar mecanismos de defensa e
intercambiar experiencias.
Con estos antecedentes
entenderán la buena dosis de alegría con la que recibimos las instrucciones que
nos hizo llegar el Comandante Timoleón, desde La Habana, para que empecemos a
cambiar las armas y los métodos de guerra por elementos de paz, y alistemos un
arsenal de ideas para construir, desde la política, el nuevo país en el que
hemos de convivir con nuestros contendores de ayer y los contradictores
ideológicos de mañana.
Esto nos cae, especialmente
al creciente contingente de mujeres, de las que yo soy una de las que más ha
lidiado la hirsuta bestia de la intolerancia y el machismo, como rocío en
tierra reseca, porque ahí nosotras tenemos más recursos naturales para
lucirnos.
En este punto, por la
experiencia acumulada en estos años, permítanme sugerir que no solo tenemos que
hacer acopio de nuestros éxitos en el manejo de las comunidades, sino en
algunos fracasos que ha tenido la izquierda en la administración de las mismas,
una vez que han tenido cargos de representación, porque en materia del manejo
de los recursos públicos, no por mal destino de los mismos, sino por pura
ignorancia en su manejo se ha caído en errores que debemos evitar.
Un arma que nos asegurará el
futuro político será la correcta administración, con resultados, de los
recursos que nos den a manejar. Agitación, sí; movilización, claro; ideas
matrices; metas a mediano y largo plazo, y ¡resultados tangibles!