Y hoy
nacerás de nuevo duramente
desde donde
el traidor y el carcelero
te creen
para siempre sumergida.
(Pablo
Neruda, Canto General)
Por Carolina
Trens de los Nadies
Nuestros ejemplos: Cristina Fernández, Hugo Chávez, Evo Morales |
Si el
Presidente Maduro hubiera asumido la defensa de los intereses monopólicos y
oligárquicos, nadie gastaría un devaluado peso de cualquier parte para
tumbarlo. Si el presidente venezolano hubiera adoptado la política del terror
contra su pueblo, la Doctrina de Seguridad Nacional de los EE.UU., como
cualquier presidente colombiano, tendría sin duda, el apoyo irrestricto de los
gobiernos de España, Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos, Israel, etc.
Tendría el apoyo de los medios masivos de comunicación mundiales.
A nadie del
poder mundial le importa si hay 5, 6, o 7 millones de desplazados, un millón o
medio de muertos, descuartizados, desaparecidos, torturados. No hay escándalo
alguno en la prensa, radio, televisión o internet si se descubren escuelas de
sicarios, hornos crematorios, casas de pique, magistrados mafiosos,
parlamentarios paramilitares, presidentes en lo uno y lo otro. Por el
contrario, y es el caso de Colombia, el Presidente Santos[1]
es recibido como estadista ¡divinamente!
A Nicolás
Maduro, como antes al inolvidable Hugo Chávez, le importa un bledo congraciarse
con la cúpula del Imperio y menos si eso implica de algún modo afectar a su
pueblo. Estos hombres en década y media no han hecho otra cosa que tratar de
corregir el rumbo siniestro de la historia: la de
la entrega de las riquezas nacionales, la de la injusticia y desigualdad, la de
la sumisión y la miseria.
Socializaron
la educación a todos los niveles y construyeron muchas universidades nuevas y
gratuitas para miles de estudiantes. En solo tres años crearon más
escuelas que en todos los gobiernos anteriores juntos. La matrícula
universitaria pasó de 500.000 estudiantes en 1999, a 2.000.000 al cierre de
2015. Funciona el Seguro Social y sirve como hospitales, dándole atención a cualquier
persona. Crearon el banco del pueblo y de la mujer, para hacer accesible los
créditos a todos. Crearon las misiones de salud, con 12% del PIB, y más de
un millón de hogares construidos: bienestar directo para el pueblo.
Para el año
2015, el porcentaje de pensionados es de 84 % y fueron decretados cuatro
aumentos salariales. Actualmente el ingreso mínimo mensual integral (salario
más bono alimentación) es de 16 mil 399 bolívares. La pobreza extrema disminuyó
a 4,7% en 2015; los hogares pobres que 1998
se ubicaban en 28.9%, se redujeron a 19.12% al finalizar 2015. La tasa de
desempleo en 1999 se encontraba en 10,6 % y para 2015 se ubica en 6 %.
Entre 1993 y
1998, IV República, la inversión social se ubicó en 37,2 %; desde la llegada de
la Revolución Bolivariana (1999 / 2014) la misma aumentó 24,7 puntos
porcentuales para ubicarse en 61,9 %. Están diversificando la economía para que
no depender solamente del petróleo.
El pueblo
participó ampliamente en la elaboración de la Constitución. Crearon la
figura del referendo revocatorio para presidente y para cualquier otro
funcionario. Crearon el referéndum consultivo para que el pueblo pueda
decidir sobre cualquier tema. Son internacionalistas, han aportado al
desarrollo del Caribe más que cualquier potencia.
La
revolución ha vencido en 19 procesos electorales limpiamente y con todos los
veedores del mundo. Revivieron para Latinoamérica a Simón Bolívar, su legado y
dignidad, su ideario, proyectos, una identidad.
En Colombia
al movimiento político Unión Patriótica, nacido de acuerdos pactados entre el
gobierno y la guerrilla de las FARC, lo aniquilaron a tiros: era el partido de
los pobres y de la paz. En Venezuela fuerzas políticas como la MUD (Mesa
de Unidad Democrática, como el Centro Democrático de Uribe) e intereses
oligárquicos, desatan una guerra mediática y económica sin precedentes,
violando leyes y normas, sin embargo hoy dominan en la Asamblea Nacional, no
les han tocado ni un pelo.
El mundo del
capital se une contra la Revolución Bolivariana y sus líderes. Es vergonzoso y
repugnante pero no extraño, que Bogotá sea el epicentro de la conspiración. Urdida
por una élite que no ha permitido en Colombia reformas democrático burguesas
por lo que el pueblo ha tenido que alzarse en armas y organizarse en la
insurgencia de las FARC y otras guerrillas por más de medio siglo.
Lo único
revolucionario que puede existir en este momento, es el apoyo irrestricto al
pueblo y al gobierno revolucionario de Venezuela. Rodear al presidente Maduro y
denunciar las veces que sea necesario el complot internacional en su contra, es
cuestión de moral y ética.
[1] Este “estadista y
patriota” acaba de regalarle a una transnacional energética una de las mejores
empresas colombianas ISAGEN.