Por Carolina Trens
“Personalmente, la lección que aprendí de aquella campaña fue que, en última instancia, no teníamos más alternativa que la resistencia armada y violenta. Una y otra vez habíamos empleado todos los recursos no violentos de los que disponíamos en nuestro arsenal – discursos, delegaciones, amenazas, marchas, huelgas, encarcelamientos voluntarios ‑ sin resultado alguno, ya que todas nuestras iniciativas eran aplastadas con mano de hierro. Un luchador por la libertad aprende, por el camino más duro, que es el opresor el que define la naturaleza de la lucha. Con frecuencia, al oprimido no le queda más recurso que emplear métodos que reflejan los empleados por su contrincante. A partir de un determinado momento, sólo es posible combatir el fuego con el fuego.”
Ante esta cita, exaltados violentólogos colombianos y de otras latitudes no dudarían primero en atribuírsela a las FARC y luego en producir “una enérgica condena” porque sin mas la calificarían de terrorista. ¡Palmo de narices!
Quien así pensaba era el legendario Nelson Mandela y lo relata en su hermosa autobiografía “El largo camino hacia la libertad”[1], libro que todo revolucionario debe estudiar detenida y rigurosamente: Cómo es que un líder guerrillero se hace al premio Nobel de Paz, cómo se producen las negociaciones en Sudáfrica entre el Congreso Nacional Africano (CNA) y el gobierno del apartheid que terminan con una feroz guerra, cómo Mandela es electo presidente luego de 27 años tras las rejas, cómo se ha convertido Mandela para millones en el mundo en símbolo de lucha inclaudicable, en la victoria de la dignidad, en el triunfo de la esperanza.
Han de pasar muchos años de enfrentar la no vida desde aquel día de la circuncisión como prueba de valor y estoicismo, el paso según la tradición xhosa
de niño a hombre, cuando Mandela sintió no solo la herida física sino la espiritual al oír de boca de su jefe: “somos un pueblo conquistado. Somos esclavos en nuestro propio país. Somos arrendatarios de nuestra propia tierra. Carecemos de fuerza, de poder, de control sobre nuestro propio destino en la tierra que nos vio nacer. ... Toserán hasta escupir los pulmones en las entrañas de las minas del hombre blanco... para que el blanco pueda vivir una vida de prosperidad sin precedentes.” (p. 41)
No hubo en la vida del líder un día en el que decidió ser rebelde, o insurgente o guerrillero, “la continua acumulación de pequeñas ofensas, las mil indignidades y momentos olvidados, despertaron mi ira y rebeldía, y el deseo de combatir el sistema que oprimía a mi pueblo.” (p105) El sistema surafricano era el de la “segregación”, el de la supremacía blanca. Por ley divina y terrenal los blancos eran los amos propietarios de todo de los bienes y derechos; los negros africanos, los mestizos y los indios eran los esclavos.
Naturalmente Mandela ingresa al Congreso Nacional Africano constituido en 1912 organización del nacionalismo africano, cuyo objetivo fundamental era el derrocamiento del gobierno y del sistema y el establecimiento de un estado democrático. Transcurrieron años de huelgas masivas, detenciones, procesos y condenas políticas.
El gobierno adoptaba medidas cada vez mas feroces para impedir la expresión política y organizativa del pueblo; la muerte violenta era la respuesta a la protesta pacifica. También hubo largas y acaloradas discusiones al interior del CNA sobre temas políticos cruciales relacionados con el carácter de la lucha; incorporar o no a blancos y comunistas, seguir en la lucha legal o adoptar otras formas de lucha incluso la armada. “La resistencia pasiva no violenta es eficaz en la medida en que los oponentes se adhieren a las mismas reglas que uno. Pero si la respuesta a una protesta pacífica es la violencia, su eficacia desaparece. Para mi, la no violencia no era un principio moral inviolable, sino una estrategia. No existe bondad moral alguna en recurrir a un arma ineficaz.” (p167)
Hacia 1954 decía Mandela: “Las nuevas leyes y tácticas del gobierno habían hecho que las viejas formas de protesta masiva – mítines públicos, declaraciones de prensa, huelgas- resultaran extremadamente peligrosas y autodestructivas. ... Se requiere “la adopción de nuevas formas de lucha política. Los viejos métodos son hoy suicidas.” (p172) Y mas adelante: “ planteé que el estado no nos dejaba más alternativa que la violencia. Dije era inmoral y que constituía un grave error someter a nuestro pueblo al ataque armado del estado sin ofrecerle algún tipo de alternativa. Mencioné una vez más que la gente se estaba armando por su cuenta. La violencia estallaría aunque no la propugnáramos nosotros. ¿Acaso no sería mejor ponernos a la cabeza de la misma y orientarla de modo que se pudiesen salvaguardar vidas atacando a los símbolos de la opresión y no a las personas?” (p283)
Nace así el MK “La lanza de la nación” – Umkhonto we Sizwe – con el mas amplio criterio político, ingresaron blancos de otros partidos incluido el comunista, mestizos e indios. Mandela, como responsable de crear un ejército, se sumergió en el estudio de las guerras, las que libraron entre africanos, las de los africanos contra los blancos y las de estos entre ellos. Estudio a los clásicos de las guerras de guerrillas Deneys Reitz, de los generales bóers contra los ingleses; los libros del Che, Fidel y Mao; se informó sobre “la lucha armada del pueblo etiope contra Mussolini y sobre los ejércitos guerrilleros de Kenia, Argelia y Camerún.” (p285)
El 16 de diciembre el gobierno fue sorprendido con las primeras explosiones del MK demostrando que “teníamos la razón - y la dinamita – de nuestra parte” y se lanzó el nuevo manifiesto:
....”Umkhonto we Sizwe combatirá por la libertad y la democracia empleando nuevos métodos, que necesariamente complementarán las acciones emprendidas por el movimiento de liberación ya existente...
.... Esperamos que el gobierno y sus simpatizantes recuperen la razón antes de que sea demasiado tarde, de modo que tanto el gobierno como su política puedan cambiar antes de que la situación degenere en una desesperada guerra civil.” (p295-296).
No importa el lugar geográfico de la lucha por la libertad, es igual el sacrificio, la resolución, la audacia, la intrepidez de los pueblos. Es igual también la decisión del poder de la opresión de aniquilar a los movimientos revolucionarios, a sus lideres, a todo lo que se oponga a la supervivencia de sus privilegios.
Las similitudes de los procesos de Sudáfrica y Colombia son interminables, la lucha por la tierra, la falta de visión capitalista de las clases dominantes, los brutales métodos de represión, las enormes desigualdades sociales, económicas políticas y culturales. Para no ir muy lejos Colombia ya se ubica junto con Haití y Angola entre los países mas desiguales del mundo. En el país de Mandela se libró una heroica lucha armada, como la que se libra en Colombia profunda, auténtica tanto que como decía el Comandante Alfonso Cano: “Desmovilizarse es sinónimo de inercia, es entrega cobarde, es rendición y traición a la causa popular y al ideario revolucionario que cultivamos y luchamos por las transformaciones sociales, es una indignidad que lleva implícito un mensaje de desesperanza al pueblo que confía en nuestro compromiso y propuesta bolivariana.”
Nelson Rolihlahla Mandela, Madiba
[1] Baje y difunda el texto completo en www.irreverenciasmonas.blogspot.com