Señores feudales con trinos modernos
Comandante Cano, “la muerte no es verdad
cuando se ha cumplido bien la obra de la vida” José Martí
Por Carolina Trens
Es el único país del continente donde los amos han librado una guerra por mas de 60 años contra el pueblo y como respuesta desde 1964 la resistencia heroica de la guerrilla de las FARC y casi simultáneamente la del ELN, interpretando con la lucha armada la rebeldía y dignidad del pueblo colombiano.
El académico Marc Chernik en su libro “Acuerdo posible, solución negociada al conflicto armado colombiano” dice que “sólo EE.UU tiene la suficiente influencia para presionar a los militares y empujar a las élites políticas y económicas a apoyar una paz integral.” Tal aseveración nos lleva a la elemental y conocida (pero nunca aceptada) conclusión de que las élites políticas y económicas, usando a los militares y a los medios de comunicación, jamás han querido la paz para Colombia, son el obstáculo. Su naturaleza es la guerra y vamos a desentrañar el porque.
Trescientos años de colonización española, país abanderado de la reacción europea, dejaron profundas huellas de diferente signo en el 10% sobreviviente de nuestra sociedad. Por el lado de los sectores populares la resistencia indígena acompañada luego por revueltas permanentes de indios y negros que tiene su máxima expresión en la insurrección de los comuneros. La casta criolla reemplazaría en el poder a los verdugos colonizadores no solo en los aspectos económicos sino también en los políticos y culturales.
Mientras Europa entraba en la era moderna, España se congelaba en la pobreza y la decadencia; mientras propiciaba el desarrollo del capitalismo en la región con el oro amerindio ella misma permanecía en el feudalismo rancio. En Europa se formaban “sociedades”; en España se fortalecía la “corte”. De las fuentes de esa España bebieron nuestros próceres criollos quienes arrancaron todo brote revolucionario para mantener y poner a su servicio la inquisición y los dogmas teológicos. Camilo Torres y Jorge Tadeo Lozano como representantes de esa casta criolla persiguieron y traicionaron al revolucionario Antonio Nariño quien quería vincular la emancipación a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. El general Francisco de Paula Santander atentó en tres ocasiones contra la vida del libertador Simón Bolívar, cuya obra y pensamiento han atravesado los siglos. Asesinaron a Sucre el Gran Mariscal y la esperanza.
Miguel Antonio Caro, político e intelectual de la época de la redacción de la Constitución de 1886 decía: “vale mas el Evangelio que cuantos libros antes y después de él se han escrito; y que el Decálogo, que sólo consta de diez renglones, ha hecho mas bien a la humanidad que todos los ferrocarriles y telégrafos, y velas y vapores y máquinas (inventadas)”. Colombia inicio el siglo XX con una Constitución política feudal, que correspondía al desarrollo económico y cultural del país y con ella se quedó por los siguientes 100 años. Chile entró al desarrollo capitalista con el salitre y el cobre, Venezuela con el petróleo, Bolivia con el estaño y pudieron acumular divisas para modernizarse e integrarse a la economía mundial, Colombia lo hacia con el café ligado a las relaciones de producción feudales lideradas por terratenientes.
Colombia para mediados del siglo XX había acumulado todas las contradicciones posibles en el orden económico, político y cultural, en el orden social y de poder, en la necesidad imperiosa de desarrollarse e insertarse en el mundo. Pero las elites desde el estado sistemáticamente frustraron la posibilidad de romper con los viejos esquemas coloniales, tanto en la producción como en la discriminación a sus indios y a sus negros, avergonzándose de nuestra complejidad racial, de nuestra geografía y naturaleza; hicieron del país un nido de exclusiones y de guerras donde unos cuantos señores feudales con apariencia de burgueses y oligarcas, con odio profundo por el país, por la gente -sus súbditos- por pobres, bárbaros y de mal gusto, solo saquean su riqueza.
Las elites en Colombia incapaces de construir el capitalismo, construyeron sí un inigualable aparato represivo: las FF.AA., de policía, de seguridad del estado[1]. Y otro que lo sostiene y alimenta: el de los medios de comunicación. No hay otra forma de mantener un régimen irresponsable y antipopular, se hace absolutamente necesaria la fuerza y la desinformación para mantener a cualquier precio un orden que les permita seguir en el poder sepultando a sangre y fuego de un modo oficial el derecho popular a expresarse políticamente. Mientras se hablaba de democracia se prohibía por ley constitucional la existencia de partidos políticos distintos de los oficiales.
Cuando en Latinoamérica se abrieron paso las dictaduras militares con el auspicio de los EE.UU, los señores feudo-burgueses colombianos ya tenían toda la experiencia: mas de 300.000 muertos, mas de 2 millones de desplazados. En Colombia se acentuó a la fuerza la sociedad de "gente bien", "gente de buena familia", señorial, racista, excluyente, mezquina y atrasada, aun hoy es común oír en los medios de comunicación (esos que usan internet, Black Berry, twiter, i.pad, etc.): ¿Y ese de cuales Rodríguez será? Ó la emoción que les produce que una colombiana se emparente con un Duque, o que los Santo Domingo asistan a una fiesta en la casa Blanca así tengan que comprar la entrada. La única condición digna de admiración y de respeto es la riqueza. Los mensajes de carros, perfumes, cigarrillos, ropa y tarjetas de crédito exhiben esa refinada vulgaridad como la condición necesaria de todo éxito y de toda felicidad.
El fracaso del desarrollo capitalista hizo que la bonanza cafetera fuera sustituida en los años setenta por la de la coca; surge una nueva élite económica de traquetos y mafiosos que rápidamente entran en alianzas con terratenientes y latifundistas, con las Fuerzas Armadas y los ejércitos paramilitares; luego, sin demora ni resistencia, con el Estado mismo en todos sus niveles el ejecutivo, el legislativo, la justicia. La sociedad permeada, infiltrada, tomada por el único negocio altamente rentable que fue capaz de montar esta oligarquía feudal. Llegó a proporcionar mas de un millón de empleos, mas de 3,5 mil millones de dólares -8% del PIB- mas del 60% de las exportaciones y estas cifras no son mas altas porque según Francisco Thoumi “la lavandería es demasiado pequeña”.
En estas condiciones la Colombia feudal quiso a través de la Constitución de 1991 saltar a la apertura económica del neoliberalismo. El país entró al mundo globalizado con la coca, se comercializa y se lavan sus ganancias en los mismos bancos internacionales, a través de las mismas instituciones comerciales, en complicidad con los mismos estados que sin pudor se benefician en grande. Mientras que la agricultura[2], la industria y el sector exportador están quebrados[3], el sector financiero sigue acumulando importantes ganancias.
Según la revista Forbes hoy, Luis Carlos Sarmiento Angulo del sector financiero, ocupó el puesto 75 del ranking de los más ricos del mundo, pasando de una fortuna de US$5.600 millones de dólares a mucho mas de US$10.500 millones de dólares. Una ganancia promedio mensual de US$408,3 millones de dólares; diaria de US$13,6 millones de dólares, y hora US$1,3 millones de dólares; si los transformamos a pesos nos dará una cifra de $2.666 millones de pesos hora, contando 10 horas de lunes a domingo. Dividiendo la hora en sus 60 segundos, nos daría una ganancia por segundo de $44.000.000 de pesos. Julio Mario Santo Domingo, ubicado en el puesto 108 del ranking, pasando de una riqueza de US$6.000 millones de dólares a un monto de US$8.400 millones de dólares. Dueño de Caracol Televisión, El Espectador, Cromos, Cine Colombia, entre otros negocios gana menos el pobre unos $40.000.000 de pesos por segundo. Es criminal, mientras Colombia figura entre los 10 países más desiguales del mundo.
¿Porque estos señores querrían cambiar la guerra por la paz? ¿El feudalismo por el capitalismo? ¿El atraso por el desarrollo? Construir autovías, puentes, ferrocarriles, puertos, aeropuertos, fábricas, universidades, colegios, volver a llenar los campos con arroz, maíz, algodón, café, fríjol, lenteja, desarrollar granjas, producir leche, quesos, jamones, vinos, estimular artistas, producir ciencia y tecnología, proteger a los niños y a los viejos, darle oportunidades a los jóvenes, trabajo a todo el mundo: ¡Que pereza! Eso vale mucho para ellos, ¡si la coca da ganancias sin par y como en cajero automático! Cuales cambios, si además el país es funcional a los intereses de EE.UU, a su política imperial.
[1] Hoy Colombia ostenta el mayor gasto militar reconocido de forma oficial de América Latina, que alcanza entre el 4y el 6 por ciento del PIB, duplicando en porcentaje al de Brasil y casi tres veces mayor que el de Venezuela, El ejército de Colombia cuenta con 230 mil integrantes, la misma cantidad que el de Brasil, que tiene una superficie siete veces mayor y cuatro veces más población.
[2] Los campesinos fueron despojados de 6 millones de hectáreas donde se producía la comida para el consumo interno y hay 3 millones de desplazados.