“Nadie puede impedir
que un perro callejero
se orine en el
monumento más glorioso”
Porfirio Barba Jacob
Por Carolina Trens
Ahora
resulta que todas las víctimas de la guerra civil colombiana son iguales y todo
el mundo es un doliente apesadumbrado. El gobierno en primer lugar, pero que al
mismo tiempo se niega sistemáticamente al “Cese del Fuego”; los partidos Liberal,
Conservador y el partido personal de Uribe (PCD)[1]
con una larga trayectoria de guerra, partidos que convirtieron en tradición
nacional la eliminación física del adversario político; el Congreso de la
Republica que ha legislado para la guerra, aprobado los presupuestos para matar
más y mejor; no podía faltar la rama judicial que por aquello del “equilibrio
de poderes” es sostén del régimen y avala la justicia paralela y exclusiva –
fuero militar- para encubrir los crímenes de las FF.AA. y sus fuerzas narcoparamilitares;
los medios masivos de comunicación evangelistas del nazismo criollo.
Quienes han
avalado la guerra desde hace mucho más de medio siglo, quienes entonan loas a
la muerte y destrucción del pueblo colombiano, quienes legitiman el horror,
quienes le invierten dinero para garantizar sus ganancias, hoy se rasgan las
vestiduras y levantan su dedo acusador. Hasta hace muy poco tiempo no hablaban
de las víctimas: por el contrario las invisibilizaban redoblando el castigo;
las mismas víctimas se avergonzaban de serlo por el repudio que se les
expresaba, sobre todo desde sectores pudientes. Se hizo célebre el estigma de
“por algo sería” que los habían desterrado, asesinado, desaparecido, torturado.
Los sobrevivientes ocultaban sus desgracias por un poco de comida, un mísero
trabajo, una limosna.
Los
verdaderos victimarios de esta larga guerra civil ahora se escudan detrás de
algunas víctimas para señalar a quienes han ofrendado sus vidas por cambiar la
historia. Que quede claro: la lucha de clases en Colombia adquirió el carácter
de confrontación armada por la forma violenta como las clases dominantes,
llámense latifundistas, terratenientes, burgueses, oligarcas, ligados al
capital transnacional decidieron mantenerse en el poder excluyendo a las
grandes mayorías nacionales. En otros países los explotadores tiraron migajas
para manejar el descontento popular, en Colombia las migajas han sido plomo ventiao.
La guerrilla
de las FARC es la resistencia del pueblo armado; de las gentes que por la
persecución estatal lo han perdido todo en diferentes épocas. De los 6 millones
de desterrados un sector se suma a la insurgencia: la madre del hijo
desaparecido, el padre de la hija violada, los primos que vieron asesinar a sus
tíos, el niño que vio mutilar a su familia, los que jamás han tenido oportunidades
y que han conocido al todo poderoso Estado solo a través de sus armas.
Un estado
que a expensas de las políticas norteamericanas ha convertido a sus FF.AA. en
ejército de ocupación de su propia patria, como sucede en los propios EE.UU.
Porque el fusilamiento de Michel Brown, afroamericano de 18 años y de miles de
negros como él, solo se explica por una política gubernamental racista,
exterminadora, de la supremacía blanca. ¿Qué significa que una niña gringa
blanca de nueve años sea entrenada para manejar una ametralladora UZI por Charles
Vacca veterano de las guerras de Afganistán e Irak? La muerte del tipo, un accidente, pero lo otro es la política
imperial de los EE.UU. De igual manera para el caso del periodista James Foley,
decapitado por militantes del “Estado
Islámico”, DAESH. La política militarista estadounidense responsable de las
invasiones a Irak y Siria produjeron a ese “Estado” Islámico, los países
europeos de la OTAN lo armaron, con armas de Israel. ¿Quiénes son las víctimas
y quienes los victimarios?
Difícilmente
se encuentra un caso más contundente sobre la confusión orquestada por los mass
media en lo que atañe a víctima y victimario, como el de Palestina e Israel,
que obviamente favorecen a este último. Los llamados “victimarios” han perdido
desde 1948 más del 88% de su territorio, miles de aldeas arrasadas a sangre y
fuego, centenares de miles de familias muertas, heridas, desaparecidas; los
sobrevivientes han sido arrinconados en la Franja de Gaza, bloqueados, sin
comida, sin agua, sin energía, tan solo con el heroísmo, la esperanza y la
solidaridad.
En respuesta
a la invasión y ocupación israelí surge Hamás, organización armada en defensa
del pueblo palestino y su territorio. En 2006 se presenta a elecciones, a la
legitimación democrática en las urnas de su accionar, y gana con mayoría
absoluta, sin embargo Israel y EE.UU. los declaran terroristas, como a
las FARC en Colombia, y objetivo militar de la OTAN, el pretexto perfecto para
el aniquilamiento de los palestinos. La resistencia Palestina les ha propinado a
los sionistas israelíes en los últimos días una tremenda derrota militar,
política, ética y moral.
Las armas
sagradas de la resistencia, en cualquier lugar del mundo, son objeto de la más
feroz guerra sucia mediática. Por obra de los micrófonos, la tinta y la
virtualidad -armas de destrucción masiva- las víctimas se convierten en
victimarios, los verdaderos victimarios en jueces de sus víctimas. Es la guerra
en términos políticos y sucia porque no nos dan la oportunidad de defendernos
en las mismas condiciones.
Un día la
resistencia armada en Colombia tendrá los honores tan merecidos hechos al
legendario Nelson Mandela, quien decía: “Personalmente, la lección que aprendí
de aquella campaña fue que en última instancia, no teníamos más alternativa que
la resistencia armada y violenta. Una y otra vez habíamos empleado todos los
recursos no violentos de los que disponíamos en nuestro arsenal –discursos,
delegaciones, amenazas, marchas, huelgas, encarcelamientos voluntarios sin resultado alguno, ya que todas nuestras
iniciativas eran aplastadas con mano de hierro. Un luchador por la libertad
aprende, por el camino más duro, que es el opresor el que define la naturaleza
de la lucha. Con frecuencia, al oprimido no le queda más recurso que emplear
métodos que reflejan los empleados por su contrincante. A partir de un
determinado momento, sólo es posible combatir el fuego con el fuego”[2]…
Ese día es
al que temen como el diablo a la cruz.