De los pactos Hitler – Stalin y Santos – Chávez
¿Donde esta mi hermano Julián Conrado?
Debemos ser capaces, entre revolucionarios, de decirnos las verdades más crudas, más dolorosas siempre y cuando medie la defensa irrestricta de los principios éticos y morales, la defensa de tácticas y estrategias en función de la construcción de la patria grande y el socialismo.
Estas líneas se escriben con el respeto y admiración más grandes hacia el pueblo ruso y la primera revolución socialista de la historia, hacia el pueblo de Venezuela, hermanado con nosotros por la sangre de la gesta libertaria y la espada de Simón Bolívar, pueblo que convertirá a la “revolución bonita” en una revolución bolivariana y socialista.
Dos años antes de iniciarse el ataque de la Alemania nazi a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y avanzada la Segunda Guerra Mundial, el 23 de agosto de 1939, se firmó en Moscú un polémico, por decir lo menos, Tratado de No Agresión entre el Tercer Reich y la URSS. Se pactó la no agresión mutua y la solución dialogada de cada problema entre los dos países; también pactaron estrechar vínculos económicos y comerciales. El tratado contempló unos acuerdos secretos por obvias razones, según los cuales el Tercer Reich y la Unión Soviética se repartían Europa del este y central: por ejemplo, Polonia quedaría como zona de influencia que se repartirían entre ambos estados, mientras que la Unión Soviética de Stalin se quedaba con Finlandia, Estonia, Lituania y Letonia como zonas de interés soviético. Se comprometieron a no participar en alianza alguna formada en contra de los estados firmantes, la URRS y Alemania.
Luego de tan macabro acuerdo el camarada Stalin no tuvo límite moral, ni ético, ni geográfico: invadió junto con la Alemania hitleriana a Polonia. Y mandó tropas soviéticas a invadir a Finlandia y también se anexionó territorios de Rumania. Nuestro camarada Stalin, en defensa del socialismo y de la revolución, en defensa de los “intereses de estado” derramó sangre del pueblo polaco, del pueblo finlandés, de varios pueblos del Báltico y sangre rumana.
Por qué Stalin creyó más en el enemigo de clase, el imperialismo alemán, que en la resistencia de los pueblos? Por que no preparó la defensa de la URSS, si tenía la información de los mejores agentes de inteligencia como Richard Sorge? Dónde estaba la dirección del partido comunista, la dirección del Ejército Rojo? Unos, muertos por “fuego amigo”, otros encarcelados hasta por leve sospecha de no sumisión a Stalin.
La peste parda llegó a 30 kilómetros de Moscú en cuestión de tres meses, dejando una estela de muerte y destrucción jamás vista. También quedó como herencia para la humanidad la resistencia heroica de cientos de miles de soviéticos que defendían cada centímetro de su patria con estoicismo y sacrificio total, como solo los patriotas saben defender sus intereses. Sobre el pueblo soviético recayó la responsabilidad de derrotar al fascismo y lo hicieron llegando en 1945 a Berlín. En esa guerra, en la que su jefe máximo no acertó en sus alianzas político militares el pueblo soviético perdió a mas de 20 millones de sus mejores ciudadanos.
No terminó ahí la cadena de inconsecuencias: se suscribieron los acuerdos de Yalta y Potsdam, se dividió el mundo en dos grandes esferas de influencia y apareció el mundo bipolar. La URSS quedó atada y atrapada hasta el fin a esa política y estuvo al margen de todo proceso revolucionario y progresista en el mundo, encerrados en si mismos, defendiendo nuevamente “intereses de Estado”.
Se truncó la revolución griega entre otras, gracias a la “prudencia” stalinista y a las recomendaciones de pactar con los anticomunistas y abandonar la lucha armada. La política de no darle pretextos a occidente para una agresión dejó a la URSS al margen y aislada de la revolución China, de la Revolución Cubana en 1959, de la guerra de liberación de Vietnam, de la guerra de liberación de Angola, del desplome del sistema colonial en Asia y África, del nacimiento y auge del Movimiento de Países no Alineados, del crecimiento de los movimientos de liberación en América Latina con lucha armada y sin ella, de la revolución Sandinista, de los movimientos militares progresistas en países de América Latina, solo para poner algunos ejemplos.
Traemos a cuento toda esta historia porque se parece mucho a la coyuntura actual en América Latina. Tenemos un imperialismo, el de EE.UU, que hiede a fascismo hitleriano; su agente, el presidente de Colombia Juan Manuel Santos a quien sus elegantísimos trajes no logran tapar su esencia narcoparamilitar y a su “nuevo mejor amigo” el presidente bolivariano Hugo Chávez. Hay pactos cuyos contenidos desconocemos, pero que ya han cobrado sus primeras víctimas: la lucha y resistencia heroica del pueblo hondureño bajo un oscuro acuerdo entre el golpista Lobo, Santos y Chávez; la estratégica Unasur, en manos de Colombia; periodistas señalados, encarcelados, extraditados, despedidos de sus trabajos; combatientes revolucionarios de ETA, ELN y FARC entregados a sus esbirros. Otra victima es la unidad revolucionaria, la confianza rota, las ilusiones quebrantadas.
El presidente Chávez cede mientras Santos mantiene las bases militares norteamericanas y por orden del imperio organiza el eje de integración del Pacífico para contraponerlo al Mercosur y al Alba. Santos, el invasor a territorio ecuatoriano, apoya y legitima las invasiones a Libia, Irak y Afganistán. En Colombia ha continuado las políticas de guerra y terror de su antecesor, eso si con guantes blancos de seda de la “casa Santos”. La proclamada Ley de tierras es la legitimación del despojo de más de cinco millones de desplazados; la Ley de victimas, la burla frente al drama de los derechos humanos incinerados en hornos crematorios y destrozados con motosierras.
El enemigo no cejará en sus intentos por derrotar a la izquierda en América Latina: lo intentó con golpes de estado en Venezuela, en Bolivia, en Honduras y en Ecuador y lo seguirá haciendo con o sin pretextos. Es su esencia, es su necesidad, es su naturaleza.
Como decía Lenin: “El imperialismo es el capitalismo llegado a un estadio de desarrollo en el que se ha afirmado la dominación de los monopolios y del capital financiero, en el que el reparto del mundo ha comenzado entre los “trusts” internacionales, y en el que se ha terminado el reparto de todo el territorio del globo entre los mayores países capitalistas”… y…”La guerra imperialista no deja de ser imperialista cuando los charlatanes o los fraseólogos, o los filisteos pequeño-burgueses lanzan una “consigna” meliflua, sino solamente cuando la clase que lleva adelante esta guerra y que está ligada a ella por millones de hilos (si no son cables) económicos, es de hecho derrocada y reemplazada en el poder por la clase verdaderamente revolucionaria: el proletariado. No hay otro medio de alejarse de la guerra imperialista…”.
NOTA: El presidente Chávez ha enfermado y su salud es delicada. Los revolucionarios hacemos votos por su pronta y total recuperación, por que continúe dirigiendo los destinos de Venezuela su patria corrigiendo los errores con la fuerza y la entereza que le conocemos.
Carolina Trens