La misiva del importante académico al camarada Alfonso Cano es abierta a todos los lectores y en ella, además, se invita a un intercambio “donde puedan participar quienes quieran hacerlo y crean que la palabra razonable mantiene su fuero aún bajo las circunstancias más adversas”. Y ahí de inmediato está el primer problema de fondo.
Será que Razón Pública, haciendo honor a su nombre, publica este articulo? Será que El Tiempo, o El Espectador, o tal vez Semana lo hagan? Será que cuando el Comandante Cano responda la carta del profesor Medina se la publican íntegra? Cómo, si no publican ni los comunicados! O será que capturan al correo que la lleva a Bogotá y lo desaparecen? Sería simplemente democrático que la palabra, razonable o no, mantuviera un espacio por sobre los tiros; pero en Colombia no es así y eso es parte sustancial de la guerra.
Veamos el contexto para explicar el punto de vista de Medófilo Medina sobre la historia de nuestro país. Su concepción política e histórica viene del derrumbe del socialismo en la URSS: huérfanos y decepcionados por la tragedia que significó, muchos lideres, académicos, militantes de izquierda socialista y comunista derivaron hacia ideologías similares pero muy criticas de la Unión Soviética como el Partido Comunista Francés y en general la izquierda de ese país que para ese momento y a su vez habían abandonado las justas criticas al estalinismo.
Apenas derrotado el nazismo alemán se inicio la guerra secreta contra el comunismo en Francia, Italia, Bélgica, etc. Los comunistas franceses se convirtieron en el partido más fuerte de Europa, con un millón de militantes y con 30% del electorado; es decir, eran opción real de poder y por eso se convirtieron en blanco de operaciones especiales de la inteligencia norteamericana.
Un documento del Estado Mayor Conjunto estadounidense del 14 de mayo de 1952 explicaba cómo realizar “operaciones políticas, paramilitares y sicológicas” para impedir la llegada del comunismo al poder en Francia. Desafortunadamente esa guerra la perdió la izquierda europea: la derecha internacional destrozó a la CGT y al PCF.
De esa izquierda derrotada surgieron académicos como Alain Touraine y Daniel Pécaut, analistas de los procesos sociales y sus tesis se encaminaron hacia un nuevo colaboracionismo. Ellos elaboraron la tesis de que la lucha armada desvirtúa a los movimientos sociales y, en particular sobre Colombia han sostenido que no es el Estado el que cierra canales de participación sino es la acción de los movimientos guerrilleros y peor, es la insurgencia la que provoca reacciones violentas por parte del poder.
Por el tamiz de estas concepciones pasan las opiniones del profesor Medina. Y cabe preguntar: El gran liberal Jorge Eliecer Gaitán ¿.también se sumó a la “combinación de las formas de lucha? ¿Por qué lo asesinaron? No fue acaso la reacción recalcitrante conservadora la que adoptó la eliminación física del adversario como una forma de acceder al poder? ¿No fue esa una “combinación de formas de lucha”? ¿Por que asesinaron 40 años después a otro eminente jefe liberal, Luis Carlos Galán? ¿Y por esa misma época a Carlos Pizarro desmovilizado y arrepentido? ¿Porque mataron a Bernardo Jaramillo si ya hacia parte de otro proyecto de izquierda distinto al comunista o al de la Unión Patriótica? ¿Porque persiguen y matan a la Comunidad de Paz de San José de Apartadó? y ¿a los que reclaman por sus tierras y sus bienes, y a los que exigen por sus derechos y hasta a los que demandan por el medio ambiente?
No señor historiador Medina, aquí durante toda nuestra terrible historia, y en Francia, y en la Libia de este momento, la violencia y la guerra la imponen los repartos imperiales del mundo, los oligarcas y burgueses cuya ambición no tiene límites ni éticos, ni morales.
Pero digamos, y en aras de la discusión, que usted tiene razón y que la lucha armada fue una “decisión”, ¿explíquenos como es que una decisión tan equivocada y que ha producido tantas victimas hoy en día sigue siendo una opción de poder? ¿Por que la guerrilla de las FARC sigue extendiéndose como un fantasma que recorre Colombia?
Marc Chernick, académico norteamericano y asesor del departamento de Estado de Estados Unidos, en su libro “Acuerdo posible” refiriéndose a “los problemas medulares la agenda” de negociación: “Condiciones de gobierno y poder locales” y “Condiciones de gobierno y poder nacionales” (página 104). El criterio de la verdad es la realidad y esa es la coyuntura histórica en la que vivimos.
En Cuba y Nicaragua triunfa la lucha armada, en cambió fracasaron los intentos en otros países de América Latina como Bolivia, donde si hubo una decisión política pero infortunadamente en ese país no existían las condiciones objetivas para la insurgencia armada.
Entonces para qué sirvieron la lucha heroica y el sacrificio del Che, a propósito de su pregunta de “¿Cuáles son los beneficios que esta lucha abnegada de tres generaciones de hombres y mujeres guerrilleros le han traído a Colombia?” Le respondo Doctor Medina: hemos venido construyendo con el ejemplo del Che un proyecto de Patria radicalmente distinto al que usted nos invita generosamente a sumarnos. Una Colombia que esté al servicio de la mayoría de sus ciudadanos, al servicio del pueblo y no al servicio de unos pocos ricos corruptos y criminales, un país soberano e independiente.
Usted como académico sabe muy bien de que hablamos cuando decimos que estamos construyendo un poder distinto, estamos cimentando una conciencia revolucionaria, democrática, altruista, una moral y una ética humanista, es estimular cualquier tipo de lucha por que solo a través de esta conseguiremos la libertad. La insurgencia es el referente de dignidad y autoestima sociales sobre cuya base se construye un verdadero proyecto de nación. Y como si esto fuera poco hemos sido el muro de contención a la intervención militar gringa e israelí a través de nuestro territorio contra los países vecinos.
Pero si quiere ejemplos menos trascendentes, pero mas concretos y prácticos lo invito a investigar cuántos cientos de kilómetros hemos construido de carreteras, de puentes, de plantas eléctricas (muchos miles conocieron la electricidad, los computadores y hasta los inodoros con la guerrilla, del Estado solo conocían el terror) a costos casi nulos, sin corrupción y sin que nadie se haya enriquecido. Cuantos libros y cartillas hemos editado, cuantas revistas, cuantas páginas Web sostenemos, cuantas escuelas y universidades, cuantos miles de enfermeros hemos graduado. Cuantas hectáreas hemos sembrado y cuántas nos han bombardeado, cuántas cosechas, cuántas gallinas, patos, pavos, cuántos cerdos, reses, caballos, mulas, cuántos especialistas en herrería y arriería tenemos, cuantos talabarteros, cuántos ambientalistas, topógrafos, arqueólogos y mineros, cuántas emisoras, talleres de cine y video, fábricas de uniformes y vestidos, cuántos abogados y jueces, líderes políticos, escritores, poetas, cantores. Sí, nos queda tiempo de cantar en medio de la guerra.
El genocidio de la UP, de compañeros del Frente Popular y de A Luchar no fue obra de la “mano negra” ó de “una alianza conformada por sectores de las Fuerzas Armadas, mafias del narcotráfico, gamonales políticos y paramilitares”, tal afirmación es una falsificación de la historia, fue una política de exterminio del Estado colombiano: así se explica la cifra del Departamento Nacional de Planeación (1997) de 97,5% de impunidad para los crímenes políticos.
Sea esta la ocasión de recordar a los mártires de la Unión Patriótica y a todos los luchadores populares cuya memoria honraremos cuando, por fin, llevemos a término las ideas por las que fueron sacrificados, tan vigentes hoy como en los tiempos de su gloriosa defensa.
Carolina Trens