lunes, 18 de enero de 2016

Venezuela

Y hoy nacerás de nuevo duramente
desde donde el traidor y el carcelero
te creen para siempre sumergida.
(Pablo Neruda, Canto General)

Por Carolina Trens de los Nadies

Nuestros ejemplos: Cristina Fernández, Hugo Chávez, Evo Morales
Si el Presidente Maduro hubiera asumido la defensa de los intereses monopólicos y oligárquicos, nadie gastaría un devaluado peso de cualquier parte para tumbarlo. Si el presidente venezolano hubiera adoptado la política del terror contra su pueblo, la Doctrina de Seguridad Nacional de los EE.UU., como cualquier presidente colombiano, tendría sin duda, el apoyo irrestricto de los gobiernos de España, Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos, Israel, etc. Tendría el apoyo de los medios masivos de comunicación mundiales.

A nadie del poder mundial le importa si hay 5, 6, o 7 millones de desplazados, un millón o medio de muertos, descuartizados, desaparecidos, torturados. No hay escándalo alguno en la prensa, radio, televisión o internet si se descubren escuelas de sicarios, hornos crematorios, casas de pique, magistrados mafiosos, parlamentarios paramilitares, presidentes en lo uno y lo otro. Por el contrario, y es el caso de Colombia, el Presidente Santos[1] es recibido como estadista ¡divinamente!  

A Nicolás Maduro, como antes al inolvidable Hugo Chávez, le importa un bledo congraciarse con la cúpula del Imperio y menos si eso implica de algún modo afectar a su pueblo. Estos hombres en década y media no han hecho otra cosa que tratar de corregir el rumbo siniestro de la historia: la de la entrega de las riquezas nacionales, la de la injusticia y desigualdad, la de la sumisión y la miseria.

Socializaron la educación a todos los niveles y construyeron muchas universidades nuevas y gratuitas para miles de estudiantes.  En solo tres años crearon más escuelas que en todos los gobiernos anteriores juntos. La matrícula universitaria pasó de 500.000 estudiantes en 1999, a 2.000.000 al cierre de 2015. Funciona el Seguro Social y sirve como hospitales, dándole atención a cualquier persona. Crearon el banco del pueblo y de la mujer, para hacer accesible los créditos a todos. Crearon las misiones de salud, con 12% del PIB, y más de un millón de hogares construidos: bienestar directo para el pueblo.

Para el año 2015, el porcentaje de pensionados es de 84 % y fueron decretados cuatro aumentos salariales. Actualmente el ingreso mínimo mensual integral (salario más bono alimentación) es de 16 mil 399 bolívares. La pobreza extrema disminuyó a 4,7% en 2015; los hogares pobres  que 1998 se ubicaban en 28.9%, se redujeron a 19.12% al finalizar 2015. La tasa de desempleo en 1999 se encontraba en 10,6 % y para 2015 se ubica en 6 %.

Entre 1993 y 1998, IV República, la inversión social se ubicó en 37,2 %; desde la llegada de la Revolución Bolivariana (1999 / 2014) la misma aumentó 24,7 puntos porcentuales para ubicarse en 61,9 %. Están diversificando la economía para que no depender solamente del petróleo.

El pueblo participó ampliamente en la elaboración de la Constitución.  Crearon la figura del referendo revocatorio para presidente y para cualquier otro funcionario. Crearon el referéndum consultivo para que el pueblo pueda decidir sobre cualquier tema. Son internacionalistas, han aportado al desarrollo del Caribe más que cualquier potencia.

La revolución ha vencido en 19 procesos electorales limpiamente y con todos los veedores del mundo. Revivieron para Latinoamérica a Simón Bolívar, su legado y dignidad, su ideario, proyectos, una identidad.  

En Colombia al movimiento político Unión Patriótica, nacido de acuerdos pactados entre el gobierno y la guerrilla de las FARC, lo aniquilaron a tiros: era el partido de los pobres y de la paz. En Venezuela fuerzas políticas como la MUD (Mesa de Unidad Democrática, como el Centro Democrático de Uribe) e intereses oligárquicos, desatan una guerra mediática y económica sin precedentes, violando leyes y normas, sin embargo hoy dominan en la Asamblea Nacional, no les han tocado ni un pelo.
El mundo del capital se une contra la Revolución Bolivariana y sus líderes. Es vergonzoso y repugnante pero no extraño, que Bogotá sea el epicentro de la conspiración. Urdida por una élite que no ha permitido en Colombia reformas democrático burguesas por lo que el pueblo ha tenido que alzarse en armas y organizarse en la insurgencia de las FARC y otras guerrillas por más de medio siglo.      

Lo único revolucionario que puede existir en este momento, es el apoyo irrestricto al pueblo y al gobierno revolucionario de Venezuela. Rodear al presidente Maduro y denunciar las veces que sea necesario el complot internacional en su contra, es cuestión de moral y ética.



[1] Este “estadista y patriota” acaba de regalarle a una transnacional energética una de las mejores empresas colombianas ISAGEN.