martes, 27 de diciembre de 2011

La lucha armada

Por Carolina Trens

“Personalmente, la lección que aprendí de aquella campaña fue que, en última instancia, no teníamos más alternativa que la resistencia armada y violenta. Una y otra vez habíamos empleado todos los recursos no violentos de los que disponíamos en nuestro arsenal – discursos, delegaciones, amenazas, marchas, huelgas, encarcelamientos  voluntarios ‑ sin resultado alguno, ya que todas nuestras iniciativas eran aplastadas con mano de hierro. Un luchador por la libertad aprende, por el camino más duro, que es el opresor el que define la naturaleza de la lucha. Con frecuencia, al oprimido no le queda más recurso que emplear métodos que reflejan los empleados por su contrincante. A partir de un determinado momento, sólo es posible combatir el fuego con el fuego.”

Ante esta cita, exaltados violentólogos colombianos y de otras latitudes no dudarían primero en atribuírsela a las FARC y luego en producir “una enérgica condena” porque sin mas la calificarían de terrorista. ¡Palmo de narices!

Quien así pensaba era el legendario Nelson Mandela y lo relata en su hermosa autobiografía “El largo camino hacia la libertad”[1], libro que todo revolucionario debe estudiar detenida y rigurosamente: Cómo es que un líder guerrillero se hace al premio Nobel de Paz, cómo se producen las negociaciones en Sudáfrica entre el Congreso Nacional Africano (CNA) y el gobierno del apartheid que terminan con una feroz guerra, cómo Mandela es electo presidente luego de 27 años tras las rejas, cómo se ha convertido Mandela para millones en el mundo en símbolo de lucha inclaudicable, en la victoria de la dignidad, en el triunfo de la esperanza.

Han de pasar muchos años de enfrentar la no vida desde aquel día de la circuncisión como prueba de valor y estoicismo, el paso según la tradición xhosa
de niño a hombre, cuando Mandela sintió no solo la herida física sino la espiritual al oír de boca de su jefe: “somos un pueblo conquistado. Somos esclavos en nuestro propio país. Somos arrendatarios de nuestra propia tierra. Carecemos de fuerza, de poder, de control sobre nuestro propio destino en la tierra que nos vio nacer. ... Toserán hasta escupir los pulmones en las entrañas de las minas del hombre blanco... para que el blanco pueda vivir una vida de prosperidad sin precedentes.” (p. 41)

No hubo en la vida del líder un día en el que decidió ser rebelde, o insurgente o guerrillero, “la continua acumulación de pequeñas ofensas, las mil indignidades y momentos olvidados, despertaron mi ira y rebeldía, y el deseo de combatir el sistema  que oprimía a mi pueblo.” (p105) El sistema surafricano era el de la “segregación”, el de la supremacía blanca. Por ley divina y terrenal los blancos eran los amos propietarios de todo de los bienes y derechos; los negros africanos, los mestizos y los indios eran los esclavos.

Naturalmente Mandela ingresa al Congreso Nacional Africano constituido en 1912 organización del nacionalismo africano, cuyo objetivo fundamental era el derrocamiento del gobierno y del sistema y el establecimiento de un estado democrático. Transcurrieron años de huelgas masivas, detenciones, procesos y condenas políticas.

El gobierno adoptaba medidas cada vez mas feroces para impedir la expresión política y organizativa del pueblo; la muerte violenta era la respuesta a la protesta pacifica. También hubo largas y acaloradas discusiones al interior del CNA sobre temas políticos cruciales relacionados con el carácter de la lucha; incorporar o no a blancos y comunistas, seguir en la lucha legal o adoptar otras formas de lucha incluso la armada. “La resistencia pasiva no violenta es eficaz en la medida en que los oponentes se adhieren a las mismas reglas que uno. Pero si la respuesta a una protesta pacífica es la violencia, su eficacia desaparece. Para mi, la no violencia no era un principio moral inviolable, sino una estrategia. No existe bondad moral alguna en recurrir a un arma ineficaz.” (p167)

Hacia 1954 decía Mandela: “Las nuevas leyes y tácticas del gobierno habían hecho que las viejas formas de protesta masiva – mítines públicos, declaraciones de prensa, huelgas- resultaran extremadamente peligrosas y autodestructivas. ... Se requiere “la adopción de nuevas formas de lucha política. Los viejos métodos son hoy suicidas.” (p172)   Y mas adelante: “ planteé que el estado no nos dejaba más alternativa que la violencia. Dije era inmoral y que constituía un grave error someter a nuestro pueblo al ataque armado del estado sin ofrecerle algún tipo de alternativa. Mencioné una vez más que la gente se estaba armando por su cuenta. La violencia estallaría aunque no la propugnáramos nosotros. ¿Acaso no sería mejor ponernos a la cabeza de la misma y orientarla de modo que se pudiesen salvaguardar vidas atacando a los símbolos de la opresión y no a las personas?” (p283)

Nace así el MK “La lanza de la nación” – Umkhonto we Sizwe – con el mas amplio criterio político, ingresaron blancos de otros partidos incluido el comunista, mestizos e indios. Mandela, como responsable de crear un ejército, se sumergió en el estudio de las guerras, las que libraron entre africanos, las de los africanos contra los blancos y las de estos entre ellos. Estudio a los clásicos de las guerras de guerrillas Deneys Reitz, de los generales bóers contra los ingleses; los libros del Che, Fidel y Mao; se informó sobre “la lucha armada del pueblo etiope contra Mussolini y sobre los ejércitos guerrilleros de Kenia, Argelia y Camerún.” (p285)

El 16 de diciembre el gobierno fue sorprendido con las primeras explosiones del MK demostrando que “teníamos la razón - y la dinamita – de nuestra parte” y se lanzó el nuevo manifiesto:

....”Umkhonto we Sizwe combatirá por la libertad y la democracia empleando nuevos métodos, que necesariamente complementarán las acciones emprendidas por el movimiento de liberación ya existente...

.... Esperamos que el gobierno y sus simpatizantes recuperen la razón antes de que sea demasiado tarde, de modo que tanto el gobierno como su política puedan cambiar antes de que la situación degenere en una desesperada guerra civil.” (p295-296).

No importa el lugar geográfico de la lucha por la libertad, es igual el sacrificio, la resolución, la audacia, la intrepidez de los pueblos. Es igual también la decisión del poder de la opresión de aniquilar a los movimientos revolucionarios, a sus lideres, a todo lo que se oponga a la supervivencia de sus privilegios. 

Las similitudes de los procesos de Sudáfrica y Colombia son interminables, la lucha por la tierra, la falta de visión capitalista de las clases dominantes, los brutales métodos de represión, las enormes desigualdades sociales, económicas políticas y culturales. Para no ir muy lejos Colombia ya se ubica junto con Haití y Angola entre los países mas desiguales del mundo. En el país de Mandela se libró una heroica lucha armada, como la que se libra en Colombia profunda, auténtica tanto que como decía el Comandante Alfonso Cano: “Desmovilizarse es sinónimo de inercia, es entrega cobarde, es rendición y traición a la causa popular y al ideario revolucionario que cultivamos y luchamos por las transformaciones sociales, es una indignidad que lleva implícito un mensaje de desesperanza al pueblo que confía en nuestro compromiso y propuesta bolivariana.”

Nelson Rolihlahla Mandela, Madiba


[1] Baje y difunda el texto completo en www.irreverenciasmonas.blogspot.com

viernes, 2 de diciembre de 2011

Un imperio, un mercenario, un guerrillero

Por Carolina Trens

El sistema mundo capitalista se hunde en lo que fue capaz de crear en siglos de existencia: muerte, hambre, miseria, inequidad, injusticia para el 99% de la humanidad y bancos para multiplicar el dinero, ejércitos por tierra, mar y aire para conservar el dinero, miles de millones de esclavos para producirles ese dinero a un 1% de bestias insaciables.

Ese 1% de infinitamente ricos y poderosos, unos estadounidenses, otros alemanes, ingleses, franceses, japoneses, que gobiernan el mundo son el imperio que se desmorona, que llegó al tope de fabulosas ganancias, al limite de la destrucción del planeta, del medio ambiente y sus recursos, al absoluto autoritarismo. El poder económico y político del planeta se concentra en no más de 140 corporaciones fundamentalmente financieras; así la tan alabada democracia solo puede brillar por su ausencia.

Y no tienen remedio para la magnitud de la crisis que generaron; todo lo que intentan nos hunde mas, pero no les importan los costos humanos, con tal de tratar de preservar un orden mundial unipolar sostenido por el poder militar y financiero que tiene a la civilización al borde un inexorable abismo, el abismo definitivo de la guerra nuclear. Son las guerras locales, regionales, y en cualquier momento la guerra mundial, el medio preferido para un nuevo reparto del mercado o del mundo (esto en el caso de que quede algo que repartir!).

Es el contexto en el que se produce la muerte en combate del Comandante de las FARC Alfonso Cano y de sus valientes guerrilleros. La suerte del heroico guerrillero se decidió en los cuarteles del Pentágono y del Mosad israelí. La guerra en Colombia no es una decisión del ministro de guerra en turno, ni una política de la mediocre oligarquía santanderista. La guerra en nuestro país es un problema de Seguridad Nacional de los EE.UU y su compinche Israel. Este dúo define en Colombia y en esta guerra el teatro de futuras operaciones militares estratégicas contra el grupo que les disputa su unipolaridad: el grupo BRICS.

Alfonso Cano, el comandante de la resistencia armada mas intrépida y mas antigua de América, era un objetivo geoestratégico para los intereses imperiales. Por eso lo persiguieron durante años aviones espías, satélites, sensores de calor de ultima tecnología, visores nocturnos, micro cámaras, chips, operaciones militares terrestres, cercos, anillos, emboscadas, infiltraciones e infiltrados, dinero en cantidades tales como para financiar varias reformas agrarias. Creen que lo mataron, pero no lograron matarlo: está en medio de la pólvora, de pie, como mecha ardiendo; lo sentenció el poeta comunista Pablo Neruda quien fue asesinado hace casi 40 años por las mismas razones.

En todas partes del mundo donde el imperio emprende guerras cuenta necesariamente con mercenarios nacionales: en este caso hablamos del presidente Santos, el mas sumiso de los siervos: le entregó todas las bases militares existentes en el país a EE.UU para manejarlas a su antojo; cuando la mayoría de países defiende la causa palestina, Santos obedece ordenes  de Israel; cuando la política neoliberal de la globalización está en crisis profunda y Colombia no sale del atraso feudal, Santos firma el TLC. Colombia sobrevive a dos ejércitos de ocupación el nacional subordinado al de EE.UU. La patria para Santos es un cajero automático; de ahí saca las migajas que le mandan los gringos por sus favores; ahí le giran los sionistas también por sus negocios de armas.

Santos, el presidente, rodilla en tierra ante el imperio, Alfonso Cano el guerrillero heroico e invicto. Así lo veo:
INVICTUS
En la noche que me envuelve
negra como un pozo abominable
yo agradezco al dios que fuere
por mi espíritu inconquistable.

Atrapado en este circunstancial lugar
yo he gemido pero no he llorado
ante las puñaladas que me deparó el azar
mi cabeza sangra, pero no me he postrado.

Mas allá de este lugar de furia y lágrimas
yace la Sombra y su Horror,
pero la amenaza de los años
me encuentran y encontrarán sin temor.

No importa lo estrecho del camino,
y cuán sea la condena grande en cargas,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.
 

La hermenéutica de la paz en Colombia (Parte II)

Señores feudales con trinos modernos


Comandante Cano, “la muerte no es verdad
cuando se ha cumplido bien la obra de la vida” José Martí

Por Carolina Trens

Es el único país del continente donde los amos han librado una guerra por mas de 60 años contra el pueblo y como respuesta desde 1964 la resistencia heroica de la guerrilla de las FARC y casi simultáneamente la del ELN, interpretando con la lucha armada la rebeldía y dignidad del pueblo colombiano.

El académico Marc Chernik en su libro “Acuerdo posible, solución negociada al conflicto armado colombiano” dice que “sólo EE.UU tiene la suficiente influencia para presionar a los militares y empujar a las élites políticas y económicas a apoyar una paz integral.” Tal aseveración nos lleva a la elemental y conocida (pero nunca aceptada) conclusión de que las élites políticas y económicas, usando a los militares y a los medios de comunicación, jamás han querido la paz para Colombia, son el obstáculo. Su naturaleza es la guerra y vamos a desentrañar el porque.

Trescientos años de colonización española, país abanderado de la reacción europea, dejaron profundas huellas de diferente signo en el 10% sobreviviente de nuestra sociedad. Por el lado de los sectores populares la resistencia indígena acompañada luego por revueltas permanentes de indios y negros que tiene su máxima expresión en la insurrección de los comuneros. La casta criolla reemplazaría en el poder a los verdugos colonizadores no solo en los aspectos económicos sino también en los políticos y culturales.

Mientras Europa entraba en la era moderna, España se congelaba en la pobreza y la decadencia; mientras propiciaba el desarrollo del capitalismo en la región con el oro amerindio ella misma permanecía en el feudalismo rancio. En Europa se formaban “sociedades”; en España se fortalecía la “corte”. De las fuentes de esa España bebieron nuestros próceres criollos quienes arrancaron todo brote revolucionario para mantener y poner a su servicio la inquisición y los dogmas teológicos. Camilo Torres y Jorge Tadeo Lozano como representantes de esa casta criolla persiguieron y traicionaron al revolucionario Antonio Nariño quien quería vincular la emancipación a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. El general Francisco de Paula Santander atentó en tres ocasiones contra la vida del libertador Simón Bolívar, cuya obra y pensamiento han atravesado los siglos. Asesinaron a Sucre el Gran Mariscal y la esperanza.

Miguel Antonio Caro, político e intelectual de la época de la redacción de la Constitución de 1886 decía: “vale mas el Evangelio que cuantos libros antes y después de él se han escrito; y que el Decálogo, que sólo consta de diez renglones, ha hecho mas bien a la humanidad que todos los ferrocarriles y telégrafos, y velas y vapores y máquinas (inventadas)”. Colombia inicio el siglo XX con una Constitución política feudal, que correspondía al desarrollo económico y cultural del país y con ella se quedó por los siguientes 100 años. Chile entró al desarrollo capitalista con el salitre y el cobre, Venezuela con el petróleo, Bolivia con el estaño y pudieron acumular divisas para modernizarse e integrarse a la economía mundial, Colombia lo hacia con el café ligado a las relaciones de producción feudales lideradas por terratenientes.  

Colombia para mediados del siglo XX había acumulado todas las contradicciones posibles en el orden económico, político y cultural, en el orden social y de poder, en la necesidad imperiosa de desarrollarse e insertarse en el mundo. Pero las elites desde el estado sistemáticamente  frustraron la posibilidad de romper con los viejos esquemas coloniales, tanto en la producción como en la discriminación a sus indios y a sus negros, avergonzándose de nuestra complejidad racial, de nuestra geografía y naturaleza; hicieron del país un nido de exclusiones y de guerras donde unos cuantos señores feudales con apariencia de burgueses y oligarcas, con odio profundo por el país, por la gente -sus súbditos- por pobres, bárbaros y de mal gusto,  solo saquean su riqueza.

Las elites en Colombia incapaces de construir el capitalismo, construyeron sí un inigualable aparato represivo: las FF.AA., de policía, de seguridad del estado[1]. Y otro que lo sostiene y alimenta: el de los medios de comunicación. No hay otra forma de mantener un régimen irresponsable y antipopular, se hace absolutamente necesaria la fuerza y la desinformación   para mantener a cualquier precio un orden que les permita seguir en el poder sepultando a sangre y fuego de un modo oficial el derecho popular a expresarse políticamente. Mientras se hablaba de democracia se prohibía por ley constitucional la existencia de partidos políticos distintos de los oficiales.

Cuando en Latinoamérica se abrieron paso las dictaduras militares con el auspicio de los EE.UU, los señores feudo-burgueses colombianos ya tenían toda la experiencia: mas de 300.000 muertos, mas de 2 millones de desplazados. En Colombia se acentuó a la fuerza la sociedad de "gente bien", "gente de buena familia", señorial, racista, excluyente, mezquina y atrasada, aun hoy es común oír en los medios de comunicación (esos que usan internet, Black Berry, twiter, i.pad, etc.): ¿Y ese de cuales Rodríguez será? Ó la emoción que les produce que una colombiana se emparente con un Duque, o que los Santo Domingo asistan a una fiesta en la casa Blanca así tengan que comprar la entrada. La única condición digna de admiración y de respeto es la riqueza. Los mensajes de carros, perfumes, cigarrillos, ropa y tarjetas de crédito exhiben esa refinada vulgaridad como la condición necesaria de todo éxito y de toda felicidad.

El fracaso del desarrollo capitalista hizo que la bonanza cafetera fuera sustituida en los años setenta por la de la coca;   surge una nueva élite económica de traquetos y mafiosos que rápidamente entran en alianzas con terratenientes y latifundistas, con las Fuerzas Armadas y los ejércitos paramilitares; luego, sin demora ni resistencia, con el Estado mismo en todos sus niveles el ejecutivo, el legislativo, la justicia. La sociedad permeada, infiltrada, tomada por el único negocio altamente rentable que fue capaz de montar esta oligarquía feudal. Llegó a proporcionar mas de un millón de empleos, mas de 3,5 mil millones de dólares -8% del PIB- mas del 60% de las exportaciones y estas cifras no son mas altas porque según Francisco Thoumi “la lavandería es demasiado pequeña”. 

En estas condiciones la Colombia feudal quiso a través de la Constitución de 1991 saltar a la apertura económica del neoliberalismo. El país entró al mundo globalizado con la coca, se comercializa y se lavan sus ganancias en los mismos bancos internacionales, a través de las mismas instituciones comerciales, en complicidad con los mismos estados que sin pudor se benefician en grande. Mientras que la agricultura[2], la industria y el sector exportador están quebrados[3], el sector financiero sigue acumulando importantes ganancias.
Según la revista Forbes hoy, Luis Carlos Sarmiento Angulo del sector financiero, ocupó el puesto 75 del ranking de los más ricos del mundo, pasando de una fortuna de US$5.600 millones de dólares a mucho mas de US$10.500 millones de dólares. Una ganancia promedio mensual de US$408,3 millones de dólares; diaria de US$13,6 millones de dólares, y hora US$1,3 millones de dólares; si los transformamos a pesos nos dará una cifra de $2.666 millones de pesos hora, contando 10 horas de lunes a domingo. Dividiendo la hora en sus 60 segundos, nos daría una ganancia por segundo de $44.000.000 de pesos.
Julio Mario Santo Domingo, ubicado en el puesto 108 del ranking, pasando de una riqueza de US$6.000 millones de dólares a un monto de US$8.400 millones de dólares. Dueño de Caracol Televisión, El Espectador, Cromos, Cine Colombia, entre otros negocios gana menos el pobre unos $40.000.000 de pesos por segundo. Es criminal, mientras Colombia figura entre los 10 países más desiguales del mundo.
¿Porque estos señores querrían cambiar la guerra por la paz? ¿El feudalismo por el capitalismo? ¿El atraso por  el desarrollo? Construir autovías, puentes, ferrocarriles, puertos, aeropuertos, fábricas, universidades, colegios, volver a llenar los campos con arroz, maíz, algodón, café, fríjol, lenteja, desarrollar granjas, producir leche, quesos, jamones, vinos, estimular artistas, producir ciencia y tecnología, proteger a los niños y a los viejos, darle oportunidades a los jóvenes, trabajo a todo el mundo: ¡Que pereza! Eso vale mucho para ellos, ¡si la coca da ganancias sin par y como en cajero automático! Cuales cambios, si además el país es funcional a los intereses de EE.UU, a su política imperial.




[1] Hoy Colombia ostenta el mayor gasto militar reconocido de forma oficial de América Latina, que alcanza entre el 4y el 6 por ciento del PIB, duplicando en porcentaje al de Brasil y casi tres veces mayor que el de Venezuela, El ejército de Colombia cuenta con 230 mil integrantes, la misma cantidad que el de Brasil, que tiene una superficie siete veces mayor y cuatro veces más población.
[2] Los campesinos fueron despojados de 6 millones de hectáreas donde se producía la comida para el consumo interno y hay 3 millones de desplazados.
[3] El 92% del territorio colombiano está en proceso de reparto a empresas multinacionales mineras